La casa de doña Martha Aristas ya no es de zinc. Ahora cuenta con un piso firme y cuatro paredes edificadas sobre cimientos sólidos, pero lo más importante, la confianza de tener un futuro mejor.

Cuando vio que su vivienda se había desplomado por las lluvias del año pasado, nunca se imaginó que el sentimiento de angustia y tristeza se convertiría en esperanza ante la oportunidad de poder hacer nuevos proyectos de vida.

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