El Cementerio Municipal de Jinotega fue hace unos 35 años el escenario desde donde el pueblo, clandestino entre cruces y tumbas, se insurreccionó, formando un frente amplio de lucha contra la genocida Guardia Somocista, la cual se enrumbaba a ser una dinastía en el país con casi 45 años de despotismo, sometiendo al pueblo a su sangriento y poderoso brazo de hierro.
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