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Tras el pitazo final, el pueblo de Nicaragua abrió los ojos y se dio cuenta que no estaba soñando, que a lo largo de más de 90 minutos lo que se había estado forjando era la victoria más importante del fútbol nicaragüense hasta el momento: la Azul y Blanco se había impuesto 3-2 en Kingston frente a la selección de Jamaica.
Una vez concretizada la victoria no cabía duda: había que celebrar, convertirla en una fiesta nacional, y en todos los rincones del país jóvenes, niños y adultos empezaron a salir a las calles y saludar esta vuelta de página, cuando Nicaragua empieza a ser una selección respetada y dispuesta a dar la cara frente a los más grandes retos.