Referir que "el mundo está patas arriba", que está loco, significa que las cosas están completamente desordenadas, confusas, invertidas o de forma contraria a como se considera todo lo que en realidad nos debería ser correcto o normal. Coloquialmente hablando usamos la frase "el mundo está patas arriba", para describir situaciones donde se disloca el orden habitual de la sociedad, los valores o las expectativas. El significado puede variar dependiendo del contexto en que se utilice, por ejemplo, en cuanto a lo que es el caos y el desorden nos podemos referir a la vida de alguien que cambia drásticamente su forma de ser por el efecto emocional de algo que le sucedió, que le hicieron, por la interpretación que hizo de algo o por la influencia que aplicaron sobre él o ella y se trastorna de tal manera que llega a romper con cualquier esquema de coherencia.  

Desde el ámbito social o político en muchos casos podemos deducir que los parámetros, las reglas, las normas de la sociedad en muchos casos, que menos mal no es el nuestro, están realmente patas arriba, por ejemplo, los corruptos gobiernan después de haber alcanzado el poder ofreciendo el oro y la plata, el bienestar y la dicha a sus electores y al final los justos son los marginados.

El escritor Uruguayo Eduardo Galeano en su libro “Patas arriba: la escuela del mundo al revés” hace una denuncia contra las injusticias del mundo moderno y de entrada cita: “Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies”, mejor no se puede decir.

La columna vertebral en nuestras vidas como personas, como sociedades, como países está quebrada. Tenemos retorcido el pensamiento sobre muchos temas y estamos llevando al mundo, tristemente por una poderosa minoría, a su acabose y es más triste cuando la mayoría ve pasar cada situación y no reacciona. A lo mejor la recurrencia de tanto desatino y asesinato contra el sentido común nos diezmó o nos  desarticuló, pero debemos romper con eso porque  lo contrario es seguir viviendo  en la mentira, justificando o  dando por cierto lo  falso, justificando estúpidos contra sentidos paridos por los  descerebrados de la modernidad que se mueven hacia cualquier parte, hacia dónde los lleve el viento y no  hacen nada, absolutamente nada por enrutar las velas porque se satisfacen viviendo  la vida loca de la inconsecuencia que es la negación al orden y la ley y hacen lo que hacen  porque dicen que eso es la libertad y con ese cuento nos arrastran a todos a promiscuidad, a la inmoralidad, a lo  anti natura y son tan enfáticos y descarados en eso que cuando los cuestionamos  los cavernícolas somos los cuerdos.

Ya hemos llegado a no sorprendernos por muchas cosas y  eso no  significa que sea normal, pero los medios de comunicación que deberían ser serios y no correas de transmisión de la  inmoralidad te titulan, por ejemplo; Dos pastores evangélicos gay en Brasil crean su propia iglesia cristiana contemporánea o te despliegan noticias como; Una manifestación feminista “socio dramatiza” el aborto de la virgen María en Argentina en el contexto del Día Internacional de la Mujer; Un famoso sacerdote católico es fotografiado en una playa en florida tocando públicamente a su novia; Una secta satánica le pega fuego a nombre de Dios a una mujer supuestamente poseída para liberarla de un mal espíritu; Una mujer en una manifestación lésbica se apuñala el vientre para matar al hijo que lleva porque un ultrasonido mostró que el sexo del feto era un varoncito y en consecuencia ella no podía traer a un monstruo más al mundo y cuando uno lee esas cosas lo menos que podemos hacer, por lo que el  sentido común nos dicta, es repugnarlo, pero no muchas veces lo reproducimos.  

En esos países que tienen religiones fundamentalistas y donde se asesina a nombre de Ala hay bodas múltiples de hombres viejos, ancianos, con niñas que van de los seis a los ocho años y pasa porque dicen que esa es la idiosincrasia donde se permite; Un tipo tenía por esposa a una perra con la que hacía bestialismo y cuando fue filmado reclamó airadamente porque se metían en su vida, en su vida íntima, en su vida de pareja; hombres y mujeres se exponen en pelotas en las redes sociales porque dicen que el cuerpo es una escultura que hay que mostrar; En muchos países el matrimonio gay o lésbico avanza sin rubor ni pudor y hasta han salido “sacerdotes y pastores” demandando el derecho a realizarlos porque, dicen, simbolizan el amor; Hoy los padres sufren de violencia y son agredidos por sus hijos y las leyes los avalan porque no se les puede tocar porque se les pueda causar un tremendo daño sicológico y entonces pueden ser criaturas que te matan, que saben que no les va a pasar nada por hacerlo y muchas de ellos tienen además derecho a escoger presidentes por la  vía  de voto.  

El mundo está patas arriba y quienes así lo vemos somos anormales, gente anticuada, que no sabemos que estos son tiempos modernos donde todo lo que anteriormente describí es el resultado de mentes más abiertas a las que debemos adecuarnos porque de todas formas así lo están imponiendo una serie de movimientos que representan la nueva visión del planeta, el “ideal” de las naciones libres, libres de leyes, de regulaciones, de castigos, de penas; países sin contratos, sin obligaciones, con derechos sí pero sin responsabilidades; Un país donde cada quien haga lo que quiera y viva como quiera y hacia eso nos quisieron llevar aquí hasta obispos, sacerdotes y en algunos casos pastores que según ellos tienen la versión correcta del mundo perfecto.

No estamos lejos de esa Sodoma y Gomorra. Ya hoy los titulares de los principales medios de comunicación, sobre tantos inverosímiles que vemos en la televisión dejaron de asustarnos y nos acostumbramos a ellos de tal forma que no nos indignamos, sino que afirmamos que eso pasa todos los días, que cosas peores suceden y en tanto nos encojemos de hombros y así lo comentamos frente a los menores, que hoy crecen con una mentalidad violada por la tecnología que todo les simplifica y entienden claramente que lo que para nosotros en un tiempo fue un bochorno hoy para ellos es un ejemplo a imitar, un referente de la modernidad.

Los seres humanos hemos sido demasiado permisivos con la inmoralidad, hemos preferido callar frente a esas minorías que apropiadas de un discurso astuto y aparentemente inteligente nos metieran en la cabeza que el adulterio, la infidelidad, el sexo prematuro, las drogas que ahora se legalizan, el alcohol que gana terreno con millonarias campañas publicitarias, sean el símbolo de la realización y la felicidad en las mentes que gobiernan el nuevo orden.

Yo no quiero vender santidades. No soy santo ni nada parecido. Pero sí quiero declararme una persona anormal, con un pensamiento anticuado, que cree en los principios que prevalecían en los hogares de mi infancia, que cree en los valores de la civilización que gracias a Dios todavía existe en nuestra Nicaragua, pero que indudablemente están amenazados y acechados porque no somos una isla y porque somos parte de un mundo donde las naciones más ricas viven cada vez más empobrecidas por el cáncer de la inmoralidad y lo contrastante es que reina el averno en donde más recursos hay para la educación, donde hay más escuelas y más universidades, pero donde indudablemente hay una oscuridad total en cuanto a espiritualidad se trata.

Aquí en Nicaragua no debemos tener miedo a que nos digan que somos anormales o ridículos porque nos resistimos al infamante mundo de hoy. Por el contrario, desde la trinchera que nos corresponda, debemos honrar a Dios y sin miedo al qué dirán evidenciar lo que está mal. Así las cosas, los padres deben ejercer la autoridad sobre el hijo para que mañana no les enrostren haber criado a un delincuente que hizo profundas heridas a la sociedad; El gay, la lesbiana o como les quieran llamar, que hagan lo que quieran con lo que les guste, pero que lo hagan en privado. Porqué tiene la gente que tragarse en público lo que debería ser un acto íntimo; Porque debemos aceptar como legítimo que fiestas paganas como las de San Jerónimo o Santo Domingo, sean un carnaval de guaro donde lo que más resalta es el homosexualismo; Porque vamos a ver como legítimo que algunas ONGs como  antes se les conocía y que estaban acá, con el cuento de luchar por los derechos de las mujeres, busquen como enfrentarlas contra los hombres; Cómo es posible que sea cada vez más frecuente subir a las redes sociales los pleitos a golpes entre jovencitas o jovencitos a la salida de los colegios como si se trataran de imágenes loables; Cómo es posible que viralicemos las vulgaridades irrepetibles de quienes dicen cualquier barbaridad y chanchada ante las cámaras de televisión con el cuento  de que  esa es la  esencia de los tales “Influencer” que no son otra cosa que vagos que se creen estrellas de televisión y ojo que eso  sí está pasando en nuestro país y desde mi punto de vista demanda un detente inmediato porque a nombre de la libertad de expresión intoxican  con su veneno  a la niñez.

Cuántas veces hemos escuchado esas voces absurdas que te dicen “uy”, cuidado con regañar al niño, tratarlo con autoridad, llamarlo al orden con imperio. Ese mismo niño, por mucho amor que se le dé y se le colme de atención, vive un mundo exterior en la escuela donde aprende mañas, donde ahora la pedagogía moderna tampoco le puede llamar la atención y si les pega a los padres, hay que llevarlo al sicólogo porque ahora es irracional el chancletazo y el fajazo, dos respetables instrumentos de formación con el que gracias a Dios educaron a la generación de la que soy parte.  

Ahora la visión que tienen algunos padres, que juegan a ser “cool” con sus hijos, para conducir al matrimonio “moderno” de estos, es la que permite relaciones abiertas y amplias a las hijas señoritas o los hijos señoritos. No importa si tienen menos de 13 años, si a esa edad quiere tener novio o novia, pues que tenga dos, tres o cuatro o lo que quieran a la vez para que vayan conociendo el mundo en el que viven y para que maduren, no importa que salgan solas y solos o que regresen a la hora que quieran porque así podrá disfrutar de la juventud que solo es una y entonces si después salen embarazadas y si el cipote es el que embaraza,  pues que bien, no importa tienen padres que serán abuelos jóvenes y que les darán todo, pero como esos son conceptos nuevos, no importa que la ahora mujer o el jovencito hayan arruinado su futuro porque es más importante ser una madre chavala o padre chavalo que tener una profesión para defenderse más adelante en la vida.

A cuantos les es familiar esta realidad. Podrán decir con mucha razón que de qué estoy hablando, como si nada de esto lo hubiese visto en mis tiempos y saben qué, tienen razón. Sí existía mucho de eso, pero en aquel tiempo nuestros padres nos predicaban con el ejemplo y nos decían que nada de eso era correcto, nuestros maestros en la escuela eran nuestros segundos padres y cuando nos observaban descarriados mandaban a llamar a nuestros progenitores, pero hoy vivimos en una sociedad tan “moderna” que ni lo uno ni lo otro sucede porque todo el mundo vive demasiado ocupado y sin tiempo para enfrentar esas realidades  porque desde esos movimientos de liberación que ahora se manifiestan con fuerza se alientan esas malas prácticas por las cuales el mundo muy complacidamente anda al revés mientras las estadísticas arrojan más violencia, crímenes y más promiscuidad.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Comparte
Síguenos