No podemos negar que Nicaragua está bajo el fuego graneado y sistemático del enemigo de la humanidad. Estados Unidos dispara cobarde e indiscriminadamente sus misiles contra nuestro pequeño país desde diferentes plataformas interventoras y lo hace no porque aquí exista una dictadura, sino porque no pensamos como ellos, no nos dejamos gobernar por ellos y porque no superan el trauma de ver el rostro de sus marines usado como lampazo por el General Sandino cuando tomó las armas y decidió limpiar la honra de nuestra nacionalidad.

A partir de ese hecho histórico, reconocido mundialmente, porque aquello representó un nuevo David venciendo a Goliat la humillación imperial, nunca paró porque así inició una cadena de victorias sobre el imperio cuando se ajusticia al fundador de la dinastía somocista; cuando se funda el FSLN; cuando se expulsa al último marines, Anastasio Somoza Debayle; cuando triunfa la revolución sandinista; cuando se derrota la ignorancia con la Cruzada Nacional de Alfabetización; cuando se dan las primeras elecciones en 1984 imponiéndose  que nunca más el poder se decidiera por la fuerza; cuando se firma la paz contra aquella guerra fratricida creada por el Tío Sam y que nos enfrentó a muerte en los ochenta; cuando Daniel Ortega reconoce su derrota en 1990 mostrándose como un verdadero demócrata y estando bajo el control de un ejército y una policía que existía bajo el apellido sandinista; cuando el mismo Daniel Ortega decide echarse encima para rescatar a aquel sandinismo que los traidores del MRS pretendieron asesinar; cuando hay una reacción social de defensa contra el neoliberalismo atroz que arrasó hasta con los rieles del ferrocarril y quiso lanzarse contra la esperanza de la mayoría de un pueblo empobrecido; cuando después de ser vencido en 1990, 1996, 2001, por tres veces consecutivas, el FSLN a la cabeza de su líder histórico retoma el gobierno en el 2007 y retoma en una segunda fase la revolución sandinista y en paz logra la verdadera transformación del país.

Lo de Estados Unidos contra la Nicaragua sandinista, no es porque en la patria del General Augusto C. Sandino la democracia sea inexistente o porque aquí haya una dictadura, no, es porque el imperio aquí ha sido derrotado una y otra vez y sigue siendo vergonzosamente en la medida que fracasa su política de agresión contra nuestra nación.

Aquí nada tiene que ver que un grupo de lacras hayan sido desnacionalizados y deportados por traidores a la patria por ejecutar las órdenes de la Casa Blanca que pretendió un golpe de estado contra el gobierno constitucionalmente electo de Daniel Ortega. Desde muchísimo tiempo antes que estos peleles y vendepatria levantaran la mano contra Nicaragua y fueran hospedados en el Chipote por actos expresamente delictivos, el imperio conspiraba, con una gran guatusa, aparentando relaciones respetuosas mientras tejía el baño de sangre con el auxilio de terroristas disfrazados bajo sotanas, con empresarios de maletín que decían que aquí la economía no era importante, con espacios mediáticos y microfoneros que fueron y siguen siendo mercenarios y por supuesto siglas que simulaban ser un partido dónde se guarecían asaltantes del poder que pretendieron seguir chupando la sangre del erario nacional sin que jamás presentaran una sola propuesta de solución a los verdaderos problemas del país como es la pobreza.

Hoy desde afuera, como dice la canción “soberanía”, podrán decir mucho “miércoles”, pero internamente la inmensa mayoría de los nicaragüenses estamos apropiados de la verdad que vivimos y a pesar de los pesares seguimos avanzando, con un halo milagroso porque hacer tanto bajo el fuego graneado del imperio y sus secuaces, no tengo  duda, es una especie de manifestación divina que además nos ha hecho fuertes para defender nuestra razón contra un imperio maldito que prepotentemente se sobra en agredirnos, en demandarnos tener la inmoral democracia que les caracteriza para ponérnosla como grillete, pero eso sí robándonos a través de la historia nuestros tesoros gracias a los sirvientes nacionales que nos impusieron y que se prestaron para ello.

De estos temas hablaba hace un tiempo con un nicaragüense tan come gallo pinto como usted y yo, que ya es prácticamente nonagenario, que se fue de Nicaragua a residir a Estados Unidos desde hace más de 50 años y que siendo ideológicamente derecha radical siempre me manifestó su anti sandinismo. A este personaje, que además es familiar político, de hecho, mi padrino de bautismo, lo atendí en medio de tranques, terror, fuego, bala, tortura, violaciones y muerte en el contexto de aquel fallido golpe de estado de 2018 y solo Dios sabe lo que tuvimos que hacer para sacar a aquel viejito del país en aquella situación que nunca nos volverá a pasar.

Lo que quiero decir que ese familiar político que tengo y al que aprecio mucho, que actualmente nos acompaña en viaje de vacaciones, a pesar de tener un perfil extremadamente cargado a la derecha, me decía en el contexto del 2018 y lo reitera hoy, que Nicaragua es super reconocida en su lucha contra la pandemia, que jamás en la historia de su Nicaragua, pues hablo de un Granadino, el país había crecido tanto, que con Daniel Ortega y que su otro país, Estados Unidos, del que es también ciudadano, no estaba actuando correctamente y que por eso mismo se había ganado el odio del mundo.

La inmensa mayoría de los nicaragüenses tenemos la plena convicción que vamos a seguir dando la batalla digna y soberana contra el yanque, contra el gringo, contra el maligno, contra el imperio, pero esto del Tío Sam no es solo contra nosotros, es de Estados Unidos contra el mundo, son ellos quienes están pintados desde la jeta a los cascos cuando les llamamos enemigos de la humanidad porque como nadie le han impuesto la guerra al mundo y  ahora teniendo en la oficina oval a un proxeneta, criminal, convicto, asesino y loco de camisa de fuerza que tiene aterrorizado a su  propio  país.

Que la tal O.E.A que no sirve ni sirvió para nada y que tanto sobra que no somos parte de ella; que la tal Unión Europea, que rebuzna generalmente a través de unos cuantos eurodiputados que no tienen acciones vinculantes no con sus propios gobiernos; que los tales del Grupo de Lima, olvídense de eso al final todas esas marionetas son instrumentos, son hilos, movidos por el imperio maldito porque aquí nadie se chupa el dedo y porque aquí estamos más que claros que este no es un asunto derechas contra izquierdas, este no es un asunto ni político ni ideológico, este es un problema que hay que verlo como la nueva amenaza nazi fascista contra el mundo, que no es que nos quiera imponer su democracia, sino sumar más naciones en calidad de estrellas a una bandera que hoy más que nunca es escupida, pisoteada y aborrecida por quienes somos auténticamente libres.

Es indignante e injusto conocer cómo Venezuela siendo un país tan rico atraviese por una situación económica que ha llevado a miles de sus ciudadanos a buscar vida en otros países y es más indignante que el imperio norteamericano sea el culpable de semejante crimen, porque no es Chávez, no es Maduro, no es la revolución bolivariana que tiene a Venezuela como está, sino que el responsable es Estados Unidos, el imperio, la soberbia de la Casa Blanca, que quiere quebrar económica y moralmente a naciones que no piensan ni como el burro ni como el elefante  y que por tener un concepto equidistante de la democracia que quiere imponer el capitalismo salvaje, prefiere la democracia social para sus pueblos, que según el convicto, criminal, prófugo y proxeneta de Donald Trump ahora hay que desmontar desde la invasión y agresión armada directa contra la patria del libertador Simón Bolívar.

Vean a la Bolivia bajo la administración de Evo Morales que hasta que fue víctima del golpe de estado financiado y propiciado por el imperio a través de su sicario en la O.E.A, Luis Almagro crecía a un ritmo del 8% anual, era la mejor economía de América Latina, sus estándares sociales iban al tope, nunca la sociedad pluriétnica que es su gran componente, había sido tan incluida, hasta que apareció el más rancio fascismo y los servidores del imperio para sumergirla en un mundo de contradicciones.

Vean la Argentina destruida por Mauricio Macri después de haberla recibido recuperada por su antecesora, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Bastaron cuatro años para que lo alcanzado por la peronista y lideresa del partido justicialista pasara a la oposición para que Macri desmantelara lo bien que iba aquella economía, sometiendo a Argentina a un endeudamiento inmisericorde con el Fondo Monetario Internacional y a un saqueo monstruoso de más de 50 mil millones de dólares que desaparecieron, que no se sabe dónde fueron a parar, que fueron despilfarrados y que tenían por fin no mejorar la vida de los argentinos. Para colmo de los argentinos eso no fue lo peor porque les llegó Javier Milei una bestia putrefacta desde lo intestino de la más rancia bestialidad.

Vean ustedes lo que sucedió en Brasil, Lula Da Silva había catapultado a su país, Dilma Rousseff, siguió la misma senda y cuando Lula manifestó su intención de retomar el proyecto social con el que los cariocas estaban fascinados, entonces el imperio profundizó su injerencia y promovió un golpe de estado contra Rousseff a fin de crear las condiciones para que asumiera Jair Bolsonaro, un hijo del proxeneta, criminal, convicto y loco de Donald Trump, que como  extremo fascista, un enfermo que desmanteló y destruyó un Brasil que estaba a la altura del primer mundo y hoy no llega ni a la pinta de una caricatura mal hecha, pero que en justicia ha logrado poner preso a  un Bolsonaro que de todas formas el daño que causó es irreversible.

Vean ustedes a la Cuba heroica, acosada a lo largo de sesenta y seis años, con un bloqueo criminal que no tiene nombre, sobreviviendo todos los días contra la voracidad genocida del imperio que la cataloga de terrorista, que la califica de amenaza, cuando en realidad es una Cuba que anda por el mundo haciendo lo mismo que siempre la ha distinguido como es compartir su medicina, como es curar enfermos lo que es un pésimo mal ejemplo para una Casa Blanca que más bien debería pedir con humildad a la Habana ayuda para exterminar al asesino silencioso del planeta.

Vean ustedes México, que fue presidido por primera vez en su historia por un político de izquierda, Andrés Manuel López Obrador, con altísimas calificaciones entre sus ciudadanos, que revalidó esa opción con Claudia Sheinbaum Pardo, una mujer con enormes ovarios a la que particularmente admiro y contra la que el cobarde, proxeneta, criminal, convicto y loco de remate Donald Trump se ha lanzado una y otra vez solo para quedar lampaseado y en el más vergonzoso ridículo pretendiendo doblegar a la nación azteca a caprichos que francamente dan lástima.  

Finalmente veamos nosotros los nicaragüenses cómo estábamos antes del 2018 y cómo estamos ahora. Por supuesto nos estamos recuperando, pero no estamos igual. El mismo imperio criminal que destruyó económicamente a Venezuela, Bolivia, Cuba, y tantas otras naciones también nos empobreció y generó una migración de connacionales que creían que estarían mejor en el mismo imperio y en Ticolandia, pero la medicina ahora la saben peor que la enfermedad porque no hay nada más triste para un ser humano que estar fuera de su patria porque en otras partes, peor si estas indocumentado, eres menos que un paria y de todo de eso el culpable es el decadente imperio norteamericano que nos agrede, y desgraciadamente, a instancias de algunos vende patria de aquí y de la gusanera de Miami, que son magos célebres que desaparecieron millonadas de dólares para la vida palaciega de terroristas que no merecen nuestra nacionalidad.

El imperio, sus sicarios y lacayos nacionales deben entender que tanto fue el cántaro al agua que al final se rompió y es que no se podía más con aquellos que de mil maneras fueron advertidos hasta que echaron la gota que derramó el barril y es que se les imaginó que aquí habría dudas a la hora de decidir, no seguir poniendo la otra mejía porque si hay algo que reconocer es la sobrada tolerancia que aquí se tuvo con un terrorismo bestializado que fue totalmente incapaz para determinar que todo tiene su límite y que creyéndose el cuento de que eran huevoncitos se les ocurrió que podían cruzar la raya las veces que quisieran. Se equivocaron, se enredaron, apostaron, jugaron mal y claro perdieron para quedarse dónde están porque aquí ni los deseamos, ni los queremos.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

Comparte
Síguenos