I
Los siglos te han dejado marcas
dolorosas. Llanto. Luto.
Hijos que te han devorado.
Guerras e intervenciones
que te han desgarrado.
Silencios impuestos. Grandes islas
arrebatadas 
por sucias compensaciones 
a costa de tu paradisíaca Geografía. 

Tu manto rico y telúrico repartido entre naciones 
con las que no tenías 
tratados, ni fronteras, ni inmundas pretensiones.
Y todavía así, sos la meridiana epifanía 
del Derecho y del Respeto en las relaciones 
entre los Estados, predicando cercanías,
encuentros, diálogos, razones y oraciones 
para anular todas las despiadadas lejanías…
Lúgubres lejanías de las sinrazones…
Injustas distancias que no se miden en latitudes
geográficas porque nada pueden contra las armonías,
sino en siglos de oprobiosas actitudes. 

Te pusieron 
los herederos de la falsía,
te impusieron,
los turiferarios de la traición,
su fierro deleznable 
de infames heráldicas.
País a la venta. 
Mercadeado al menudeo por la oligarquía. 

Prosapias y sus hijos de casas
nacieron contra vos.
Vaya manera de venir al mundo,
repudiando al país que les dio su madre,
el ser, la luz; la leche, la papilla 
y la mantequilla, las frutas, sus milpas,
su Gallopinto, el sustento
de su nicaragüense sol,
sus veranos poemas y sus aguaceros 
de bendición.
País que les dio sus luceros
de mar a mar, su hermoso Caribe
y el derecho 
de alumbrar la Historia,
no de herrumbrar 
la gloria 
de Rubén Darío y Augusto César Sandino, para agasajar
a la canalla invasora.

Ellos, 
opuestos con toda su irreverencia
a vos, Nicaragua.
Individuos sin conciencia.
Sin ninguna conmiseración
a tu designio divino de ser algún día
una gran nación.
Que para eso vos naciste en el Mediodía
de la Dignidad,
no en la oscuridad de la opulenta pesadilla
que te desgobernó con perversidad. 
Sos el Cenit viviente de la Paz.
Símbolo habitado de Prosperidad.

II
La pestilencia azota algunas regiones del orbe. 
El hedor a azufre es insoportable 
en angustiosos puntos del planisferio. 
El miasma de consorcios dañinos para la salubridad 
planetaria extiende sus intereses deletéreos. 
Pero aparte de conflictos de vieja data, como recientes, 
y no pocos atizados 
desde las foráneas agendas,
también hay suficiente paz 
como para extenderla al resto de la raza humana, 
si hay hombres y mujeres de buena voluntad 
dispuestos a echarles ganas.

III
Lejos del culto a Marte, 
de las fosas comunes, 
de los bombardeos de escuelas 
y nosocomios calcinados por los impunes
mercaderes de la barbarie, 
Nicaragua más bien eleva gratos olores 
al clima global: 
aromas de paz florida, pastorelas de amores,
efluvios de madroño decembrino,
esencias de avenencia, 
el verde verbo de sus montañas
y el acervo moral de sus ínclitos
hijos, transparente como la mañana 
del 25 en las manos de un cipotito. 

Ya no hay lugar para el odio que mana
de los indignos espoleados por el Maligno. 
Es Nicaragua, la Natividad Viva
de un resplandeciente, agradable, salubérrimo ambiente 
de pascua prorrogable al servicio de la Vida.

Sí.
Nicaragua está artillada de pesebres, 
de Nacimientos, de corazones con el ahínco
navideño, si Dios quiere, dispuestos
a hacer la diferencia a lo largo de 2025: 
continuar en su puesto
irrevocable que es la paz de un eterno Villancico.

IV
¿Quién quiere lo peor para su propia nación
si acaso no nació allí 
por equivocación?
Esos que para todo maldicen 
a su tierra, en vez de verla en bendición.
Esos que denostaban al Centro de Las Américas.
Esos que, saturados de ruindad,
se encargaron de apagar su bendita luz
de Patria Grande de la Humanidad
que solo se hinca ante la Cruz.

Esos que actúan como resentidos
por la “tuerce” 
de haber nacido
en un “desdichado”, “insignificante”, “desgraciado” país. 
Esos que ladran con el ceño fruncido: 
 “el país más pobre de América después de Haití”. 
Esos que se sienten tan “jodidos”
que en vez de Nicaragua, hablan de “Nicaragüita”, 
con la desafinada garganta profunda de indebidos 
patrocinios. Esas almitas 
de tan vacías y escasitas, 
de su tierra natal se afrentan y se burlan, 
denigrándola como “país de las maravillas”,
“paisito”, 
“sólo aquí pasan estas cosas”, 
“el país este”, 
y otras apestosas desconsideraciones
de lo que abunda 
en los torvos corazones. 
Como si no fueron sus tatarabuelos Judas,
sus abuelos de rancios blasones 
y tantas generaciones
de adictos
a las traiciones
los que la desgraciaron con el veredicto
de sus calamitosas, ineptas administraciones.

Rasgarse las vestiduras por Nicaragua
a estas alturas no es más que hacer alarde 
de un rudimentario fariseísmo. 
Y repetir lo de “dictadura” es como atiborrar
de rótulos con la leyenda “Mar”  
a la Laguna de Tiscapa.
Lo que es, es, se mire al derecho o al revés.
La repetición 
es un signo de agotamiento. 
Y de desconfianza. 
Que lo que se ha dicho, nadie cree. 
Por eso la necesidad de insistir, reproducir, 
machacar y reciclar el infundio. 
Repetir, calcar y recalcar con hiel
son los octanajes tremebundos 
del combustible de los epígonos de Goebbels.

V
Las verdades no necesitan 
de la repetición. 
Les basta su vasta realidad. 
Allí están. 
¡Claro que deben decirse! Y bendecirse.
Pero lo palpable convence por sí mismo. 
Y aquí en Nicaragua 
estamos no ante algo común de todos los días… 
Es una descomunal obra 
en las centurias que van. 
Deber es encomiarlo: 
es el caso de la conexión no solo nacional, 
sino INTERAMERICANA del Caribe nicaragüense. 

Un acontecimiento poderoso 
es haber acabado 
con la desarticulación de Nicaragua. 
Asumirla como Nación 
por primera vez desde 1893-1909, 
con todo lo que ello implica. 
No se trataba de poner “un granito de arena”, 
sino un grano de Fe 
del tamaño de una fecunda semilla de mostaza. 
Que somos el Bendito 
Granero de la Fe en Centroamérica, por la gracia 
del Altísimo.
Aunque no quieran los acólitos bajo los desórdenes 
en todas las órdenes del Bajísimo.

Para hacerlo se necesita liberar 
al territorio de la bicentenaria mentalidad 
mediocre que prevaleció en la Historia Nacional
del no-puedo, del eso-es-“poray”, de la nulidad
en el poder, del allá-son-distintos,   
con las honrosas excepciones del caso. 

Se requiere tesón, cultura y coraje 
de amor sin fisuras a la Patria 
para DESARROLLAR EL PAÍS, 
mejor dicho, refundarlo. 
Porque en 2007, el presidente Daniel Ortega heredó 
de los gobiernos del desparpajo 
un atrofiado Estado, 
un escalón inferior al Estado Fallido,
y uno todavía más abajo
y de rodada: sus “caros valores democráticos”
en buen estado… de descaro.

VI
Dejaron una Nicaragua sin Caribe: 
abandonada, y lo peor, 
ignorada y ninguneada por la “tradición” 
bárbara que nos dejó la alcurnia y Somoza: 
la separación
que reivindicamos al nombrarla “Costa Atlántica”.

Dejaron una Capital sin ciudad.
Dejaron una Managua sin el Lago Xolotlán.
Dejaron departamentos con aires de comarcas olvidadas.
Dejaron ciudades sin identidad urbana, 
chorizos en vez de barrios 
y tugurios en las ruinas capitalinas
del terremoto del 23 de diciembre de 1972.
¡Más de 35 años! Y todavía 
estaban los escombros de una catástrofe
cuyo epicentro no fue tanto en las Fallas Estadio,
de Los Bancos o de la Loma de Chico Pelón.
Se localizó en el amplio radio 
de la doble moral y del menosprecio
al pueblo de los que ayer desde el Estado,
y fuera de él, el adefesio 
en pleno se autoproclama preocupado 
por Nicaragua, con el alto precio 
de sangre y odio de su desprecio alquilado.

Dejaron municipios con presupuestos de aldeas.
Y sobre todo, 
dejaron una mortal reducción 
de la brecha entre hospitales y cementerios.
Eso cambió. Eso y más. 

El resto es el reto de todos: 
la transformación total, con la altura, profundidad, 
calado y envergadura del verso de Rubén,  
que nos retornará al Porvenir 
confiscado al vaivén 
de la capacidad oligárquica para hundir
el país: esa que nos descarriló la Historia y el Tren: 

Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña.

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