La poderosa jefa de gabinete de Donald Trump, Susie Wiles, se encuentra en el ojo del huracán mediático y político después de una entrevista explosiva que sacudió el centro mismo del poder en Washington y destapó la podredumbre que hasta ahora trataban de mantener a lo interno del Ejecutivo estadounidense, la terrorífica operadora que decidió romper el silencio en una conversación concedida a la revista española Vanity Fair, llevándose en el saco a los pesados políticos de la Casa Blanca y no dejando títere con cabeza dentro del círculo de poder.
En la entrevista concedida a Vanity Fair, Susie Wiles habló directamente de su jefe Donald Trump y dejó una serie de afirmaciones que sacudieron a la administración. Dijo que Trump, aunque no bebe alcohol, tiene lo que ella definió como “una personalidad de alcohólico”, una conducta evidenciada por rasgos adictivos y compulsivos, señalamientos que luego el propio Trump comentó al reconocer que posee una personalidad “posesiva y adictiva”. Wiles también afirmó que Trump no se despierta cada mañana pensando en vengarse, pero sostuvo que cuando se le presenta la oportunidad, utiliza el poder para hacerlo, en referencia a los procesos y acciones contra antiguos funcionarios y adversarios políticos. Sobre Venezuela, Wiles contradijo el discurso público del Presidente al señalar que la estrategia no se limita a la lucha contra el narcotráfico, y declaró que Trump quiere seguir explotando embarcaciones hasta que Nicolás Maduro se rinda, afirmación que expone un objetivo político más amplio que el presentado oficialmente. En el mismo relato, explicó que cualquier operación terrestre requeriría autorización del Congreso, reconociendo límites legales que Trump ha minimizado públicamente. Finalmente, al referirse a los comentarios de Trump sobre un eventual tercer mandato, sostuvo que el Presidente sabe que no puede hacerlo, pero que disfruta provocar y agitar a la opinión pública con esa posibilidad.
Y sobre el monigote del vicepresidente J. D. Vance, Susie Wiles tampoco tuvo piedad y afirmó de manera textual que se trata de “un teórico de la conspiración”, una caracterización que lanzó al describir su perfil político y su forma de entender el poder dentro del entorno de Donald Trump. Wiles señaló que Vance se formó durante años en un clima dominado por la sospecha permanente y las teorías conspirativas, y explicó que su incorporación al círculo cercano de Trump se produjo cuando ese espacio pasó a concentrar el control efectivo del Partido Republicano, un movimiento que, según ella, selló el tránsito de Vance de crítico público a aliado funcional dentro de la estructura de poder.
Otro que fue acribillado por la lengua ligera de Susie Wiles fue el loco de Elon Musk, a quien describió en términos directos, “es un consumidor declarado de ketamina”, dijo, y añadió que su ritmo en el Gobierno iba con una consigna de atropello, “la actitud de Elon es que hay que hacerlo rápido”, y remató la idea con esa comparación de fuerza bruta, “vas a romper algunas cosas”. También lo retrató como alguien instalado dentro de la cúpula de hierro, “dormía en un saco de descancanso en el Edificio de Oficinas Ejecutivas”, y cuando le preguntaron por sus estados y conductas, soltó otra frase que terminó incendiando los titulares, “creo que es cuando toma microdosis”, según la reconstrucción publicada a partir de esa entrevista.
La Tóxica fiscal general Pam Bondi fue otra de las funcionarias atravesadas por los señalamientos de la jefa de gabinete en su entrevista, cuando Susie Wiles se refirió directamente al manejo del caso Epstein y afirmó que “falló por completo”. Dijo que Bondi “primero entregó carpetas llenas de nada” y que luego aseguró que “la lista de clientes estaba en su escritorio”, para después admitir que “no existe ninguna lista de clientes”. Wiles sostuvo que ese manejo creó una expectativa pública que no podía respaldar y que el episodio “dañó la credibilidad del gobierno”, al convertir un expediente sensible en un problema político innecesario. En sus palabras, el error no estuvo en el contenido de los archivos sino en haber prometido información que no existía, dejando al Presidente expuesto mientras el caso se desordenaba desde la Fiscalía.
Mientras que del "amanerado" Marco Rubio, secretario de Estado, Susie Wiles dijo que su giro de 180 grados hacia Donald Trump, luego de haber sido adversario político, respondió a una conversión ideológica y de principios.
Al mismo tiempo dejó claro el orden interno para 2028. Señaló que Trump mira una fórmula Vance-Rubio, pero advirtió que si Rubio decide desafiar a J.D. Vance por la candidatura presidencial republicana, el respaldo de ella y de Trump será para Vance, cerrándole el paso a Rubio y dejándolo fuera de la línea principal de sucesión.
Susie Wiles acumula más de cuatro décadas en la política estadounidense, foguiada en campañas republicanas tradicionales desde la era del despreciable Ronald Reagan, y forjada como operadora clave en la transformación política de Florida, donde construyó su reputación como estratega. Conoció a Donald Trump en las primarias de 2015 y desde entonces se volvió una de sus fichas más cercanas hasta convertirse en su jefa de gabinete y en la primera mujer en ocupar ese cargo. Esa posición la ubica como la figura que coordina el funcionamiento diario del Ejecutivo y que, como el diablito malo, le habla al oído de Trump y le da malos consejos, es por eso que a la hora de juzgar a Trump por sus atropellos y agresiones contra la humanidad, Susie Wiles carga con una parte sustancial de responsabilidad, porque no es ajena a los esabruptos del magnate ni a su forma de ejercer el poder, definida, como ella misma lo describió, por un comportamiento de alcohólico que se traduce en impulsos desmedidos, venganzas políticas y decisiones tomadas sin freno ni contención.













