Este 24 de julio de 2025, TeleSUR celebró su 20 aniversario de fundación, marcando dos décadas de batalla comunicacional al servicio de los pueblos del Sur. Aunque este artículo se publica un día después, la efeméride nos convoca a reflexionar con más fuerza sobre el papel que ha desempeñado este canal en la construcción de soberanía informativa.
Cuando Hugo Chávez decidió fundar TeleSUR el 24 de julio de 2005, no estaba creando solo un canal de noticias. Estaba sembrando una espada de Bolívar convertida en señal, una herramienta de los pueblos para romper el cerco mediático que históricamente ha distorsionado, ocultado o criminalizado las luchas populares. Veinte años después, esa espada sigue cortando mentiras y abriendo trincheras para la verdad.
En la filosofía comunicacional de Chávez, la libertad de los pueblos no podía existir sin soberanía informativa. Por eso, imaginó a teleSUR como una televisión para la integración, la pedagogía, la rebeldía y la dignidad del Sur global. El canal nació con alma internacionalista, con el compromiso de “mirarnos con nuestros propios ojos y contar nuestras propias historias”, sin pedirle permiso a las agencias de propaganda del imperio.
No fue una idea improvisada ni una aventura técnica. Fue una decisión política estratégica. TeleSUR fue fundada por Venezuela, Cuba y Nicaragua, más tarde con participación de otros países como una unión informativa al servicio de los pueblos en resistencia. Desde entonces, ha desafiado el monopolio del relato occidental, no con gritos, sino con argumentos, con historias, con mirada crítica y con coraje editorial.
Durante estas dos décadas, TeleSUR ha estado en todos los frentes de batalla: en las calles de Caracas resistiendo guarimbas; en La Paz acompañando la vuelta de Evo; en la frontera de Gaza mostrando el horror que los grandes medios ocultan; en Nicaragua informando con claridad en los momentos de asedio mediático y guerra contra nuestro pueblo. Su cobertura ha sido más que un servicio: ha sido un acto de solidaridad permanente.
Como lo exigía Chávez, TeleSUR no debía ser una televisión estética al estilo burgués, sino una herramienta viva para la transformación de la conciencia colectiva. Eso implica informar con sensibilidad, con profundidad, y también con estética revolucionaria: desde las tomas de cámara hasta la modulación de la voz, desde la música de fondo hasta el contenido semántico. TeleSUR se propuso y lo ha logrado, por ejemplo, romper con la “dictadura de la mercancía” en los medios, colocando la verdad donde otros colocan el rating.
Por eso incomoda. Por eso ha sido censurada, retirada de plataformas, saboteada digitalmente, acosada en redes sociales. Porque dice lo que otros callan, porque muestra lo que duele al imperio, porque acompaña a los pueblos sin pedir permiso.
En Nicaragua, TeleSUR no es un canal extranjero: es una aliada natural del pueblo, una voz hermana de las radios, de los periodistas, de los comunicadores sandinistas. En sus pantallas ha resonado la voz de la Compañera Rosario Murillo, la dignidad de nuestros jóvenes, la fuerza de nuestras marchas, la claridad de nuestras elecciones. TeleSUR ha sido puente y espejo.
Hoy, a 20 años de su fundación, el Sur celebra que TeleSUR siga siendo una cátedra de periodismo popular, una escuela de pensamiento crítico y una plataforma continental para los relatos de los de abajo. Su lema “Nuestro Norte es el Sur” no es solo una consigna geopolítica, es una declaración contundente: Sur no es periferia, es centro de pensamiento, de historia, de dignidad.
El desafío sigue abierto: más redes, más lenguas, más pueblos, más juventud crítica. Como dijo Chávez, “TeleSUR debe estar en vigilia permanente, navegando libremente en las aguas de la verdad”. Hoy lo está. Y mientras lo esté, América Latina seguirá teniendo su voz, su rostro, su relato propio.
¡Larga vida a TeleSUR!
¡Larga vida a la verdad de los pueblos!