La capital en medio de zangoloteos y chicheros, recibe tradicionalmente a Santo Domingo de Guzmán. Una diminuta imagen tejida de leyenda que convoca a su alrededor a miles y miles de concurrentes que participan como paganos o promesantes de lo que fácilmente puede ser la fiesta patronal más multitudinaria del país, y seguramente, de toda Centro América.

Pensar que cualquier tema puede sustituir u opacar la venida de Domingo de Guzmán a Managua está fuera de la realidad. Sin embargo, más allá de la suntuosidad de la iglesia católica a través de todos los tiempos, de la posición que sobre el tema tenga el sector protestante o evangélico del país o de los que simplemente somos cristocéntricos, debo poner en alto relieve, según cita la historia, que Domingo de Guzmán era un hombre entregado de llenó a la vida apostólica por la que optó y en ese sentido era un varón muy distinto a la sociedad de su época.

Domingo de Guzmán vivía de limosnas, que diariamente mendigaba, renunció a toda comodidad, caminaba a pie y descalzo; sin casa propia en la que retirarse a descansar y sin más ropa que la de andar, comprendió la necesidad de instruir a las gentes incultas que arrastraban herejías y determinó que su Orden fuera de predicadores, dispuestos a recorrer pueblos y ciudades para llevar a todas partes la luz del Evangelio. Por supuesto no faltaron en su época quienes lo miraban como loco.

Uno de los pasajes más hermosos que se relatan de Domingo de Guzmán es que un día llegó a su presencia una mujer llorando amargamente y diciendo: «Mi hermano ha caído prisionero de los moros». Pero a Domingo ya no le quedaba nada que dar sino a sí mismo y entonces decidió venderse como esclavo para rescatar al desgraciado por el cual se le rogaba y ese gesto vale más que mil palabras.

Domingo de Guzmán murió en el 1221 y fue canonizado por Gregorio IX en 1234 y en toda la extensión de la tierra Santo Domingo de Guzmán es única y exclusivamente patrono oficial de las fiestas agostinas de Managua que ya tocan las puertas de la capital. Sin embargo, estas fiestas de Domingo de Guzmán para muchos fieles católicos son consideradas populares y no patronales, ya que el primer patrono de Managua sigue siendo Santiago Apóstol, a pesar de que su estatus es poco reverenciado en la capital. Es más, la arquidiócesis oficialmente nunca le ha quitado el patronato de la capital, atribuido porque el nombre oficial de nuestra ciudad es la Leal Villa de Santiago de Managua y la Antigua Catedral de Managua fue dedicada a este santo.

Más allá de la “santidad” de Domingo de Guzmán o que, si es más Santiago Apóstol que él, lo que yo no entiendo es la relación o vínculo que hay entre la humildad y fe de  Domingo de Guzmán y el bacanal pagano que se realiza para traerlo y dejarlo, aunque claro es la llegada la que tiene mayor peso.

No son pocas las personas que pagan promesas por milagros recibidos. Algunos de estos expresan su agradecimiento hasta con auto flagelos cuando los vemos recorrer distancias considerables caminando de rodillas y sin protección de ninguna clase. Para esas personas mi respeto por la inmensa fe que tienen y porque evidentemente si saben el valor que tiene la palabra empeñada por el milagro recibido a través de la fe que mueve montañas.

Otras características son la del Cacique Mayor, el original ya no está, se fue, los chinegros, las vaquita culonas, la pólvora, el Palo Lucio, el encuentro de imágenes con Santiago, que fue destronado por Domingo de Guzmán como patrono de la capital, la mayordoma en este caso la alcaldesa de Managua que ahora es designada con la “Tajona” de las fiestas por los tradicionalistas no por la iglesia católica que se impuso tomar en su momento esa decisión, pero con un criterio absolutamente político y  apartar así a las autoridades porque su actitud se volvió en algunos casos vandálica y así otros elementos que se sumaron como el hípico, que no es necesariamente santodomingueño y al que acude otra clase de gente  que a distancia hace su agosto caballarmente bajo toldos y entre Jhony Walker, Flor de Caña, cervezas y asados que se juntan para ver pasar a un montón de bellezas equinas de las mejores y cada cual por lo general con jinetes con sus buenos entre pecho y espalda.

En pocas palabras todo eso es lo que representa el 1º de Agosto donde claro no faltan los rateros sueltos, aunque hay que reconocer que la policía nacional en resguardo de la seguridad ha disminuido y reducido a los amigos de lo ajeno a su máxima expresión.

En lo que refiere a la bajada de Domingo de Guzmán veo tímido el esfuerzo de la iglesia católica para concientizar desde los púlpitos capitalinos la devoción y la fe que los participantes en esta actividad deberían observar.

De todas formas chirringuichan aquí, chirringuichan allá y de pronto se llena de gente rara que convierte aquello en un carnaval de exóticos atavíos que contrastan con la humildad del que fuera el Cacique Mayor, que teniendo ahora un heredero por elección siempre cuenta con la atención de la alcaldía de Managua, pero sin que determinemos aun si es Apache, Siu o Piel Roja, y quien se hace acompañar con las vaquitas culonas aunque la original tampoco nos acompaña en este plano de vida o los chi negro que ya con sus cuatro adentro se lanzan contra los promesantes para mancharlos con aceite de motor quemado, pero cuidado con seguirlo haciendo porque ahora eso es una falta de respeto que ahora se cobra.

Pero al margen de esto, no sé qué generó que los montados se separaran de la fiesta santodomingueña propiamente dicha porque muchos años antes, décadas atrás, encabezaban la procesión, pero ahora los hípicos hicieron champa aparte y eran miles los que se tomaban las calles y aceras sobre su recorrido para hacer su propia fiesta llevando mesas, sillas, comida y guaro y si no quería cargar con todo eso, pues ahí se vendía de todo. A partir de este año sin embargo eso cambia porque la el hípico saldrá de la Rotonda frente a Siman para hacer un recorrido en bajada hasta el Estadio Soberanía como parte de un entorno que tiene que ver con la primeria feria internacional ganadera que se inaugura precisamente mañana y que se extenderá hasta el próximo diez de agosto. 

El Primero de Agosto pues está partido por el paganismo de una procesión contaminada por el bacanal y donde el Dios Baco da rienda suelta a las debilidades carnales del ser humano que ahora también prefiere la paz de su casa. No se usted porque opta, pero ojalá que todo esto que es una fiesta más orgiástica que cristiana no desborde las estadísticas tristes como producto del encalichamiento aguardentoso.

Para aquellos que realmente participan y asisten en calidad de devotos para expresar su fe, aunque en lo personal no hay más intercesor que el mismo Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, pidan por la paz de Nicaragua, por la tolerancia en las minorías para que respeten la buena voluntad de las mayorías, para que la luz del entendimiento penetre la oscuridad en la que viven muchos pensamientos cargados de odio y así todos seamos beneficiarios de la paz y de la felicidad espiritual en un país que nos pertenece a todos y en el que nos quedamos para entregarle lo mejor de cada quien.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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