La Asamblea Nacional aprobó la semana pasada en primera legislatura, una reforma parcial a la Constitución Política, para la creación de la Procuraduría General de Justicia (PGJ), instancia que se encargará de resguardar los recursos y bienes del Estado.
La reforma de ley que lleva el nombre de “¡Todos contra la corrupción!”, fue aprobada con el respaldo de 91 diputados. La PGJ asumirá íntegramente todas las funciones del Ministerio Público y la Procuraduría General de la República, contra la delincuencia y la corrupción y acentúa que “Todo acto que atente contra los intereses supremos de la patria serán perseguidos, procesados y sancionados con las máximas penas establecidas en el ordenamiento jurídico”. La reformada procuraduría robustece la lucha contra corrupción y garantiza al pueblo que todos los recursos del Estado, estarán bajo resguardo, seguimiento y debida protección.
La reforma garantiza al pueblo de Nicaragua su representación ante los delitos penales de los que pueda ser víctima e irá de frente contra la delincuencia y la corrupción de manera clara y precisa.
En la exposición de motivos se expresa que con la consigna ¡Todos contra la corrupción!, la Copresidencia de la República ha orientó la creación de una Procuraduría General de Justicia que, en conjunto con las instituciones correspondientes, identifique, persiga, procese y penalice, castigando firmemente, sin ninguna consideración que pretenda disminuir el vicio evidente de los corruptos, de manera que todos estos actos sean cotidianamente, perseguidos, identificados, procesados y penados.
Manifiesta que, la Constitución, todas las leyes y todas las instituciones del Estado nicaragüense, que están al servicio de los intereses supremos de la patria y el pueblo, deben contribuir a esta campaña permanente contra los delitos y crímenes de corruptos, que pretendan lesionar o seguir lesionando los patrimonios económicos, naturales, culturales, materiales, políticos y jurídicos del pueblo nicaragüense.
Asimismo, el Estado nicaragüense a través de su Procuraduría General de Justicia no permitirá, de ninguna manera, disfrazar o encubrir intereses ajenos al pueblo, para cometer o seguir cometiendo infames actos de robo y saqueo del erario y los patrimonios del pueblo nicaragüense.
Tras esta nueva reforma constitucional en primera legislatura, que será efectiva cuando el próximo año el órgano legislativo lo aborde para dejarla plenamente en pie tras una segunda legislatura y votación, hay un factor que la motiva y es, no hay duda, frenar y cortarle las manos a la corrupción que es un tema inevitable que identificar como ancla del desarrollo social o personal de los países y sus ciudadanos respectivamente.
El peso de la corrupción desde sus muchas máscaras es un tonelaje que hunde toda aspiración humana para acelerar los procesos que conduzcan a la superación en todos los sentidos y si no se extirpa se convierte en un fenómeno cancerígeno agresivo y expansivo que solo puede revertirse con el nivel de conciencia que sobre esta peste tengamos todos.
La corrupción es un mal endémico que avanza cancerígenamente porque tenemos una visión hipócrita de ella y cuando la traemos al banquillo para determinar fusilarla todos quieren halar el gatillo, pero los que asumen el rol de gatilleros en realidad muchas veces son los candidatos a estar ante el paredón, lo que no sucede porque tienen una posición, un nombre, una historia, un recorrido, que los hace sentirse eximidos de ser alcanzados por cualquier señalamiento sobre este tema o lo que es peor con la certeza de que es obligación del gobierno, por aquello de la camaradería o del compañerismo de protegerlos, lo que equivale a una evidente y burda complicidad.
Es fácilmente presumible concluir que en el gobierno hay corruptos, lo que es distinto a pensar que por eso el gobierno los apañe o los encubra y en ese sentido existen aquellos que han incurrido en la corrupción y seguramente no son pocos los que puedan estarse preguntando: ¿Y porque hasta ahora se toma en serio esta lucha, porqué no se hizo antes? No es que no se haya enfrentado antes como corresponde, sino que la lucha contra la corrupción va más allá del robo propiamente dicho.
La corrupción es un sistema, no un individuo. Es un monstruo no una simple conducta. Es algo que no se soluciona agarrando solo al que estaba con las garras sobre la masa, sino que hay que saber cómo sabía que la masa iba a estar ahí; cual era el mejor lugar por dónde entrar para robarse la masa sin que nadie lo viera; En el delito quienes y cómo se coludieron; Cual fue la debilidad que encontraron en el mecanismo para empezar un saqueo o un enriquecimiento ilícito que empezó en chiquito y se hizo tan grande que fue más que notorio y entonces ya no pudo ser posible ocultar las plumas.
Sobre este tema de la corrupción debo hablar sobre lo que está a vista y es que no pocos alcaldes, funcionarios municipales sobre todo en zonas turísticas, costeras o limítrofes y hasta altos administrativos de los cuales dependieron concesiones, permisos o similares, se dedicaban a pedir coimas para avalar tal o cual cosa, fueron despedidos de sus funciones una vez que terminaron detectados en la ilegalidad, irregularidad o el robo y eso me parece excelente porque la corrupción se combate dónde está y no donde se inventa.
Yo hablaba al inicio de las máscaras de la corrupción porque corrupción es cuando en el matrimonio hay infidelidad; cuando los padres de familia prefieren una cerveza antes que comprar un cuaderno para los apuntes del hijo; cuando nos hacemos los enfermos para no llegar al trabajo o nos robamos los lapiceros o la papelería de la oficina para llevarla a nuestra casa; cuando traveseamos la pesa para vender menos de lo que el cliente quiere y ganarle más; cuando acumulamos los productos para disparar los precios y crear inflación; cuando botamos la basura en la calle y nos quejamos de que la alcaldía no la recoge; cuando inventamos cosas para no pagar los impuestos; cuando le robas agua, luz, cable y la señal de internet a tu vecino; cuando en un bus ves una persona de edad avanzada, una mujer con un niño en brazos, o algún minusválido y la persona que viene sentada en el asiento se hace la dormida para no dárselo y si alguien te reclama te levantas, pero para dar el asiento pero si un golpe o decir una mala palabra que se oye a kilómetros
Hay corrupción cuando somos de un país donde su gente está llena de faltas que ignora, pero que disfruta criticando a sus gobernantes. Seremos corruptos mientras existan jóvenes imberbes e irrespetuosos que hablan pestes de sus mayores creyéndose mejores personas que todos pese a haber comprado las preguntas de los exámenes de mañana. Seré corrupto por haber estafado a un cliente al que ofrecí mis servicios y le hice un fraude para ayudarme a pagar algunas deudas o comprar para el domingo la Flor de Caña que tanto me gusta y a la que priorizo en vez de llevar la comida que tanta falta hace en mi hogar. Seré corrupto cuando desesperadamente busco cómo prestarle dinero a alguien y después me hago el loco para no pagar.
Le decimos mentirosos a todos y nos quedamos fuera, pero le pegamos o regañamos al hijo porque lo mandamos a la pulpería y lo maltratamos porque nos mintió al decir que estaba llena, cuando en realidad se quedó jugando con sus amiguitos, pero minutos después de castigarlo, llegan los cobradores de cualquier cosa a nuestras casa y le decimos al niño: “diga que no estoy”, ¿ENTONCES QUÉ? le mostramos que la honestidad y la mentira está en dependencia del momento, el lugar y de quien es la autoridad para ejercerla.
La corrupción es la corrupción independientemente de las magnitudes que tenga el delito, porque pueden ser pequeño y de grandes montos y de la misma manera así serán las penas, pero por muy pequeña que sea la corrupción evoluciona hasta convertirse en casos de escándalos a los que hay que ponerles freno y esto es un lastre del que venimos oyendo no desde ahora y que ha sido causa para que el país se haya anclado ante sus necesidades de desarrollo y de ahí que la presidencia habiendo descifrado el sistema sobre el cual funcionaba la corrupción, con pleno dominio y conocimiento de sus intimidades hoy esté planteando con acentos constitucionales la lucha contra la corrupción a fin de ser coherente y consecuente de la guerra que tenemos declarada a la pobreza y se hace desde el servicio público y desde las instituciones para generar un efecto mucho más potente que incida también en la erradicación de los vicios que tenemos como pueblo y seguramente así seremos más efectivos en el bienestar que todos demandamos.
Con esta reforma constitucional está surgiendo de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba, del centro para los lados, o como quieran, propuestas transparentas para no continuar condenados, estancados, sumergidos y hechos paste, porque el pesimista, el más corrupto de los corruptos, es lo que quiere para vender más fácilmente que no tenemos voluntad política para lidiar con este problema.
Es muy bueno ser nicaragüense. Pero cuando esa nicaraguanidad empieza a hacerle daño a nuestras posibilidades de desarrollo como Nación, ahí la cosa cambia. Nosotros tenemos que cambiar haciendo posible el renacimiento de una cultura dónde no confundamos eso de que perseguir al corrupto es ir sobre aquel, que en el falso imaginario, no se puede tocar porque es un grandote, porque es rico, porque es sacerdote o pastor, porque es un connotado del partido o cualquier investidura pública, económica, social, religiosa, policial o militar que al ser investigado, apresado, juzgado o condenado, genere una especie de incredulidad porque así lo estimulan sectores que son expertos en tomar el rábano por las hojas para crear sismas o dudas sobre casos que por muy sonoros que puedan ser tienen suficientes elementos de pruebas para que la justicia se active.
Tiene que terminar la permisividad de ladrones con corbata y cuello blanco que te asaltan “legalmente” desde el sistema bancario y financiero; debe terminar aquel alto costo de la energía eléctrica que tenemos que pagar injustamente por aquellos que la usufructúan ilegalmente esos que se pegan al tendido de distribución; tenemos que acabar con la corrupción de esos taxistas que te asaltan con la tarifa y te montan en cloacas rodantes donde te subes limpio y bajas sucio y además insultado si protestas; tenemos que acabar con la corrupción de los mecánicos que en sus talleres hacen chanchadas con el carro que llevas a reparar y después te das cuenta que le quitaron una pieza para vendérsela a otro; tenemos que acabar con eso de ir a un restaurante, de supuesta reputación, y cuando te das cuenta lo que te pusieron es recalentado y para colmo en la factura te metieron y cobraron algo que no consumiste.
De la misma manera hay que condenar a los que siendo referentes del proceso histórico de la revolución, a los que habiendo sido fuentes de inspiración en algún momento de la historia, que nos hablaban de ideales, de lucha, de mística, de encantos revolucionarios con lenguajes angelicales y al final defraudaron a los que debieron respetar en el compañerismo y la camaradería que siempre debió existir desde la auténtica prédica de la liberación, de la transformación y del compromiso con la memoria de quienes murieron por una Nicaragua distinta a aquella que se había acostumbrado a cohabitar con la corrupción, la misma que invadió con su avaricia y la ambición, a los que se hicieron magnates, pero no de la manera que correspondía.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.