EDITORIAL DE DETALLES DEL MOMENTO: “EL TESORO DE LA HONESTIDAD”
Por: Moisés Absalón Pastora.
Nacimos puros y en el andar de la vida, desde que comenzamos a conocerla, todo lo que existió a nuestro alrededor hizo lo que somos. En tal sentido venimos al mundo para ser influenciados y los primeros fueron nuestros padres, después la familia, la escuela, la universidad, el campo laboral, los compañeros de trabajo, la sociedad, las reglas, las normas, los gobiernos, el materialismo ateo y por supuesto la espiritualidad expresada en nuestras creencias o preferencias religiosas.
En todo ese proceso aprendimos y desaprendimos. El discernimiento nos permitió distinguir entre lo bueno y lo malo desde un extenso menú de conductas, que dependiendo por las que optamos, nos definieron a todos y entre esas muchas hay una en lo particular que es muy difícil abrazar y es la “HONESTIDAD”, todos sin embargo cuando nos preguntan que es lo que más te gusta lo que decimos es la honestidad.
La honestidad nos empuja a observar los códigos de conducta más encumbrados que son en su integralidad leales a los principios universales de la vida benevolente desde el valor ético para separar lo correcto de lo erróneo. Por eso mismo lo cierto es que los seres humanos, al menos como aspiración, decimos que debemos regirnos por normas, parámetros y principios que nos guíen para comprender y respetar las conexiones que como individuos tenemos con el mundo que nos rodea y que habitamos. No basta entonces vivir, hay que saber vivir.
El mundo de cada persona tiene recursos que son herramientas auxiliares que nos permiten hacernos amena la existencia. La mente, el cuerpo, la riqueza, el tiempo, el talento o el conocimiento son tesoros que en la medida que deslumbran nos pueden hacer ricos o pobres y administrarlos como corresponde es lo que nos permite el éxito y el fracaso y es aquí cuando la honestidad y la deshonestidad juegan un papel determinante porque la primera crea bienestar y multiplica y la segunda tristeza, resta y división desde cualquier forma de verlo y aplicarlo porque de lo que hablamos es de sí se es bueno y si se es malo.
La persona que está seriamente comprometida con el desarrollo y con el progreso mantiene la honestidad como un principio constante en la construcción de un mundo de paz, de abundancia, un mundo con menos desperdicios y mayor esplendor y con ese tipo de seres humanos es con quienes la mayoría de la humanidad quiere establecer contacto y cercanía y entre esos me cuento indudablemente.
Yo estoy consciente que de la misma manera que hay quienes comparten mis líneas editoriales, sobre lo que yo creo pasa en mi patria, hay otros que no solo no están de acuerdo sino que me aborrecen y tener certeza de eso es parte de la honestidad a la que aspiro porque nadie es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, pero sería deshonesto también callar lo que pienso solo porque hay miserias humanas que se revuelcan de cólera defendiendo lo que para mí son causas perdidas, pero ese es su derecho a equivocarse y lo respeto. Por eso quiero hablar de honestidad con sentido de patria y decir que por haber quienes no la observan nos atrasamos y tensamos innecesariamente la atmósfera que de un mismo país nos permite respirar a todos.
La honestidad valor indispensable para que las relaciones humanas se desenvuelvan en un ambiente de confianza y armonía, pues garantiza el respaldo, la seguridad y la credibilidad en las personas para construir la nación y la patria que ahora tenemos, la mejor nación de todos los tiempos.
La honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que asumimos hacia el prójimo qué junto a la justicia, exige en dar a cada quién lo que le es debido. Para ser honestos debemos conocernos a nosotros mismos. No es posible predicar sobre ese tema si no somos el testimonio que otros desean ver en nosotros cuando lo abordamos y hay quienes desde la dimensión del ejercicio político pierden de vista que no es solo lo que digamos, sino que también hay quienes nos observan y conocen, sobre todo en un país tan pequeño como el nuestro en el que todos sabemos quién es quién, y al que todos soñamos grande.
Ser honestos es cumplir promesas. Tristemente en nuestra patria azul y blanca hay quienes ante un reclamo del peso específico de la verdad o de la palabra te responden “y es que además de que te prometo quieres que te cumpla”. La persona honesta debe cumplir sus promesas porque cuando las asume juega con ilusiones prestadas que al no ser cumplidas originan frustraciones que independientemente del tamaño que tengan, a quien en realidad reducen es al que las ofreció.
Solo imaginen un niño esperando ansioso el retorno del padre porque este dijo llevar el caramelo, el sorbete, el regalo y no lo hizo o estar temprano en la casa para salir a algún lado y no llegó. Imaginen al padre o a la madre triste porque el hijo que había prometido no volver a las drogas recayó. Imagínate al político que abrazándose a la teoría de que el fin justifica los medios ofrece lo inimaginable y después de haber obtenido lo que quería no solo no cumplió, sino que se olvidó de las personas que usó para alcanzar el poder o su cuota de poder.
A veces la mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás. Te sale más barato ser franco y sincero y decir que por ahora no tienes, que tal vez más adelante o que harás el esfuerzo de satisfacer las esperanzas ajenas en el primer momento que se pueda, pero nunca alentar ilusiones solo para matarlas más adelante.
Ser honestos es jugar limpio. La vida es un juego permanente. Nos manejamos entre riesgos y posibilidades que nos conducen al éxito o al fracaso, pero esos retos son más fáciles de alcanzar con honestidad. Cuando alguien miente, roba, engaña o hace trampa, su espíritu entra en conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben porque no es fácil de ocultar. Las personas deshonestas se pueden reconocer fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un beneficio. Es muy probable que alguien logre engañar la primera, la segunda y la tercera vez, pero no siempre y al ser descubierto será evitado por sus semejantes o tratado con precaución y desconfianza o con mucha pena ponerlo dónde debe estar.
Hay que ser genuinos, auténticos y objetivos para no ser instrumentos de los que en vez de convencer imponen. Hay que tomar la honestidad en serio, estar conscientes de cómo nos afecta cualquier falta que cometamos por pequeña que sea. Hay que reconocer que es una condición fundamental para las relaciones humanas, para la amistad y la auténtica vida comunitaria. Ser deshonesto es ser falso, injusto, impostado, ficticio. Ser deshonesto es lanzarse contra la patria y en la práctica atentar contra ella y decir en la más extrema de las mentiras que lo que hacen es por la libertad.
Hay quienes me critican porque regresé a mi origen político, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en calidad de aliado porque no milito en él y por más que les explico lo mucho que este gran movimiento social, que va más allá de un partido político, sobre lo que ha hecho por el país, llevando el progreso por todos los rincones de la nación, que es lo por lo que luché toda mi vida, no entienden ni lo entenderán jamás porque el odio quiere oír de mí una línea de ataque contra el FSLN, así como lo hacía antes cuando consideré que aquel no era el camino de la revolución por la que yo había luchado y quienes se incomodan por eso son los que creen, sin representar ni a sus mascotas, que desde un planteamiento visceral se puede vencer una transformación y evolución social que como esta trataron de tumbar en el 2018 través de un plan que fallo porque les faltó un elemento vital, un pueblo que lo permitiera y que no se hizo eco del anti patria que el terrorista lleva por dentro.
A mí me resultaría deshonesto decir que el oposicionismo aquí es un piso virtudes donde se concentra la crema y nata de los mejores propósitos de Nicaragua y créanme desearía que así fuera porque entonces esta patria, que la gran mayoría queremos grande y próspera, no sufriría el vilipendio al que la someten bárbaros que después de todo los daños causados siguen levantando la mano contra ella.
No puedo vender ante la opinión pública que estos chingastes tengan una propuesta coherente y atractiva que genere emociones o esperanzas, por el contrario hoy son el sinónimo de la muerte y del dolor; No puedo decir que entre los enemigos del actual gobierno haya un líder que capitalice las energías negativas que dicen existen, es más, lo cercano a eso es que ni todos juntos hacen un remedo de líder porque ellos son rostros viejos machacados por el tiempo que insisten en hablarnos de cosas nuevas que no conocen y que no tienen como dar.
La honestidad me impone ser coherente entre lo que siempre quise con lo que ahora tengo, no hablo de mi patrimonio personal, para los que se revientan de cólera por eso les digo que gracias a las bendiciones de Dios estoy muy bien, tengo hogar, hogar propio, tengo esposa que es un gran amor, tengo trabajo, varios trabajos y la mayoría de la gente que me conoce me quiera y me respeta, pero yo no soy el tema, el tema es que el país en el que vivo el que siempre quise y soy parte de él, no solo como un ciudadano, sino como uno de sus constructores, porque de alguna forma decido sobre lo que más le conviene desde los espacios que ocupo, en este caso desde nuestro órgano legislativo, la Asamblea Nacional y si eso tampoco les gusta pues que se rasquen.
Yo no luche para ser opositor ni enemigo de nadie, -que vida más triste seria esa- no lo hice para que me vieran como líder de quienes no me siguen ni a la puerta de la casa donde le dan posada a esos que se creen sangre azul o para aparentar ridículas elegancias porque ando de saco y corbata en un país que nos calcina con sus calores solo para me entrevisten en la televisión y salir bonito en los programas vandálicos en los que dicen cualquier imbecilidad y cuando nadie los ve andan de chinelas de gancho y patas correadas en la pulpería de la cuadra fiando una cerveza o una tortilla porque no son capases de cumplir con las obligaciones de la casa.
Mi honestidad, mi lealtad a los principios y valores por los que he luchado casi toda una vida, porque comencé muy verde en esto, no me permite atacar, ser enemigo, de quien o quienes me han permitido hoy no solo ver sino ser constructor de los hospitales, las escuelas, ser garante de la educación y salud gratuita, ver la electrificación nacional, las carreteras de primer mundo que tenemos, las comunicaciones, los nuevos puertos, las instalaciones deportivas, los parques, malecones, la expansión turística, los innumerables proyectos sociales, las casas maternas, la merienda escolar, el bono para los bachilleres, el apoyo a los emprendedores, la integración del atlántico con el pacífico, el avance científico medicinal, los modelos que nos acercan estrechamente al pueblo, la seguridad, el orden, la estabilidad y la paz, son el efecto conjunto de la revolución que siempre quise y es absurdo resistir porque así como yo hay millones de sandinistas más que estamos sembrando riquezas para el futuro de esta Nicaragua que está en la ruta de la grandeza.
Honestamente todo esto debería ser materia de reflexión para aquellos que pretenden seguir haciendo daño a nuestro país, porque esa actitud es lo más anti nacionalista que nuestra historia hasta hoy ha conocido. A cambio de 4 monedas, los que así lo hacen, regalan a la patria y la sirven a sus enemigos para que estos los coloquen en el poder ante la imposibilidad de que las miserias humanas lo hagan por ellas mismas a través de esas elecciones libres, de las que una y otra vez han salido apabullantemente vencidos, algo que no cambiara porque la inmensa mayoría de los nicaragüenses somos honestos y reconocemos que el pueblo nunca antes en su historia había visto retribuido su esfuerzo como ahora que además valora haber recuperado para su nación otros factores profundamente patrióticos y estos son la libertad, la soberanía, la autodeterminación y por encima de todo, la paz.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
“EL TESORO DE LA HONESTIDAD”