4 de septiembre 2025
Por Hedelberto López Blanch*/ / Colaboración Especial para https://cubaenresumen.org/2025/09/04/demonizar-para-despues-asesinar/
La técnica utilizada por las potencias occidentales junto a los poderosos medios de comunicación hegemónicos para derrocar a presidentes, dirigentes políticos y personas que no les son afines a sus intereses ha sido primero demonizarlos para más tarde asesinarlos.
Varios ejemplos nos ilustran sobre esas campañas desinformativas que se han desarrollado con intensa profusión como las lanzadas contra Saddam Hussein en Irak y Muammar el Gadhafi en Libia, y la desarrollada actualmente contra el presidente venezolano Nicolás Maduro Moros, por citar algunas de las más relevantes.
Dos grandes productores de petróleo en el Medio Oriente, Irak y Libia, cuyos gobiernos no eran del agrado de Estados Unidos ni de Europa Occidental, fueron presas de las ansias de esos países por adueñarse del llamado oro negro.
Cientos de miles de falsas informaciones eran lanzadas contra las «dictaduras» de Hussein y de Gadhafi por los que también se ofrecían millonarias sumas por sus capturas.
Contra ellos se fueron tejiendo una aureola demoníaca que los presentaban como los más «asesinos, sanguinarios y tiranos» del mundo.
Antes de la primera guerra iniciada en 1991 por George Bush (padre) contra Irak se lanzó una inmensa campaña de propaganda en Estados Unidos y una de ellas fue presentar, el 10 de octubre de 1990, ante el Congreso estadounidense a la joven kuwaití, Nayirah, de 15 años, que narró espeluznantes historia sobre los «presuntos asesinatos» cometidos por las tropas iraquíes.
Tres meses después del testimonio de Nayirah, el presidente George H.W. Bush lanzó la invasión de Irak. Pero resultó que las declaraciones de Nayirah no eran ciertas, como denunció años después el periodista John Rick MacArthur, presidente y editor de la revista Harper´s y autor del libro Segundo Frente: Censura y propaganda en la Guerra del Golfo de 1991.
Nayirah al-Sabah solo se le presentó por su nombre de pila y resultó que era la hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos, Saud Nasser al-Sabah. Nayirah había sido entrenada por la empresa de relaciones públicas Hill & Knowlton, contratada por el gobierno de Kuwait.
Todo fue parte de una campaña para convertir a Saddam Hussein (en el imaginario público) en Adolf Hitler, y la realidad era que no podrían venderle a la gente la Guerra del Golfo sin devastadores pretextos como después lo hicieron con las mentiras sobre las armas biológicas que poseía Irak. O sea, se tejieron una mentira tras otra para adueñarse de las riquezas iraquíes.
En el caso de Libia sucedieron campañas desinformativas similares y ofertas millonarias para capturar vivo o muerto al «malo» de Gadhafi.
El líder libio había enfrentado los poderes occidentales, expulsó del país bases militares de Estados Unidos y Reino Unido, fortaleció lazos con gobiernos nacionalistas árabes y proponía alejarse del dólar en las transacciones internacionales, pero además en el territorio nacional existían enormes yacimientos de petróleo ambicionados por las compañías transnacionales.
Los sangrientos colmillos de la OTAN, encabezada por Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia, junto con mercenarios al servicio de las potencias imperiales cayeron sobre el caudal petrolífero de Libia y como colofón asesinaron a Gadhafi.
Después de la llegada al poder en 1999 del presidente Hugo Chávez Frías la Revolución Bolivariana ha sido también blanco de agresiones, intentos de magnicidio, bloqueos económicos y financieros unido ha intensas y constantes campañas desinformativas contra su gobierno.
A sus dirigentes y en especial al presidente Nicolás Maduro Moros lo tildan de «dictador, narcotraficante» y de todo el imaginario difamatorio que se les ocurra a los personeros y medios hegemónicos de Estados Unidos y Europa Occidental.
Por informaciones sobre Maduro han ofrecido desde 15 millones de dólares hasta 50 millones actualmente, aunque el presidente elegido democráticamente en Venezuela aparece por todas las partes del territorio nacional en actividades y manifestaciones con su pueblo. La tesis es tratar de presentarlo como el tirano que hace sufrir a su pueblo.
Pero en esta ocasión, las fuerzas del mal imperial chocaron con un gobierno que junto al pueblo han logrado desvirtuar todas las campañas desinformativas y se han fortalecido para repeler cualquier agresión militar que pueda lanzar Estados Unidos propulsadas por el convicto presidente Donald Trump y el corrupto canciller Marco Rubio.
Ya no son tiempos en que las versiones informativas solo la ofrecían los medios de comunicación hegemónicos. Aunque la amenaza militar lanzada por el Pentágono y la Casa Blanca en aguas del Caribe es desproporcionada y alarmante, la comunidad internacional sabe perfectamente que detrás de esa agresividad se esconden las intenciones de Estados Unidos de adueñarse de las mayores reservas mundiales del crudo en suelo venezolano. En especial el pueblo y gobierno bolivariano están alertas y prestos a defender su soberanía e independencia.
La técnica imperial de demonizar a dirigentes progresistas para después asesinarlos en el caso de Venezuela está llamada al fracaso aunque la comunidad internacional también tiene que estar alerta para continuar denunciándola.
(*) Periodista cubano. Escribe para el diario Juventud Rebelde y el semanario Opciones. Es el autor de “La Emigración cubana en Estados Unidos”, “Historias Secretas de Médicos Cubanos en África” y “Miami, dinero sucio”, entre otros.
(*) Ilustración de portada: Adán Iglesias Toledo.