La historia de Nicaragua nos recuerda que William Walker no fue solo un invasor del siglo XIX, sino un símbolo del filibusterismo, del saqueo y de la traición.
Este enemigo de los pueblos y de origen estadounidense desembarcó en 1855 con el sueño de convertir a Nicaragua en una colonia esclavista, se autoproclamó Presidente, impuso el inglés, legalizó la esclavitud y quiso apropiarse de nuestras tierras y de nuestra soberanía. Pero aquí lo enfrentaron con valor las tropas nicaragüenses junto al Ejército Aliado Centroamericano, lo derrotaron en San Jacinto y en Rivas, hasta obligarlo a rendirse y salir huyendo.
Walker fue fusilado en Honduras en 1860, pero su sombra sigue viva en los enemigos de la Patria, en los mercenarios modernos que pretenden someter a Nicaragua al dictado extranjero. Walker no murió, se multiplicó en cada cura y en cada obispo que en 2018 se pusieron la sotana para bendecir tranques de la muerte y justificar el asesinato de hermanos nicaragüenses.
Vive también en los políticos de doble discurso, en esos opositores que venden la bandera azul y blanco a cambio de unas monedas, que se arrastran ante el imperio y que jamás han tenido la dignidad de un pueblo que resistió y derrotó a un ejército de esclavistas. Los walkercitos de hoy se esconden detrás de ONG y partidos fallidos, pero su misión es la misma: servir de puente para la dominación extranjera.
Los mercenarios de la pluma, disfrazados de periodistas, son otra versión del filibustero.
Con sus titulares envenenados y sus mentiras prefabricadas, se convierten en soldados del odio, en cómplices de los que quieren arrebatar la paz conquistada con sangre y sacrificio.
Ellos, como Walker, creen que el pueblo se va a rendir frente al bombardeo mediático, pero se equivocan: Nicaragua ya sabe desmontar la mentira y convertirla en fuerza para resistir.
Están también los golpistas que levantaron tranques de la muerte, que secuestraron y asesinaron a policías, que celebraron el dolor del pueblo como si fuera una victoria. Son los mismos que, al igual que Walker en Granada, quisieron incendiar Nicaragua para borrar la memoria histórica y levantar sobre las cenizas un Estado esclavo del imperio.
No podemos olvidar a los que corren a donde los imperialistas y los colonialistas a pedir sanciones contra nuestro pueblo, que aplauden cuando se niega un crédito para construir escuelas, casas para el pueblo, hospitales y carreteras. Son los walkercitos modernos, esclavos de las embajadas, incapaces de comprender que la dignidad no se negocia.
Y están los que claman por invasiones militares, los que sueñan con marines desembarcando en nuestras costas, como en los tiempos de Walker. Son los mismos que no entienden que Nicaragua jamás se arrodilló, ni con fusiles de repetición en San Jacinto ni con dólares manchados de sangre en los golpes recientes.
Pero al igual que William Walker, todos ellos han terminado derrotados y echados al basurero de la historia.
El pueblo los ha condenado por malditos y por vendepatrias y ha sabido reconocerlos como lo que son: traidores, agachados, mercenarios sin raíces. Walker fue fusilado en Trujillo, y los walkercitos de hoy han sido sentenciados por un pueblo que no olvida y que no perdona la traición.
El filibusterismo moderno no es menos peligroso que el del siglo XIX, pero también es más débil frente a la unidad de un pueblo consciente. Walker cayó en 1860 porque no tuvo patria que lo respaldara; los walkercitos caen hoy porque Nicaragua tiene fuerza, fe y tiene liderazgo.
Ayer, William Walker y sus filibusteros fueron derrotados. Hoy, sus engendros, los nuevos filibusteros y los walkercitos, también son derrotados y seguirán cayendo bajo la fuerza de nuestra heroína, la Compañera Rosario Murillo, que guía con firmeza, amor y sabiduría este pueblo libre y digno.
Walker vive en sus imitadores, pero también vive la victoria de un pueblo que aprendió a enfrentarlo y a vencerlo. Y mientras existan walkercitos, habrá también un pueblo dispuesto a enterrar sus sueños de esclavitud bajo la bandera roja y negra que ondea con orgullo sobre esta Nicaragua libre.