Las provocaciones del Occidente colectivo contra el mundo mayoritario siguen en aumento. El régimen sionista en Israel avalado por sus patrones occidentales viola diariamente los ceses de fuego en Palestina y el Líbano, matando a la población civil sin piedad. Siguen las amenazas de agresión militar israelíes y norteamericanas contra Irán. La pirata armada naval norteamericana que asedia a Venezuela roba buques petroleros y sigue asesinando decenas de civiles que navegan en pequeñas lanchas en el Caribe. En adición a su criminal piratería en el Caribe, las fuerzas armadas norteamericanas en el pasado mes de noviembre atacaron un barco iraní en el Océano Índico y destruyeron el cargamento que el buque llevaba de China. 

En las últimas semanas, las agencias de inteligencia europeas, estrechos aliados de la CIA norteamericana, han organizado ataques con drones contra buques rusos en el Mar Negro, en la costa atlántica de Africa Oeste y en el Mediterráneo.  Mientras sus gobiernos vasallos europeos hipotecan el futuro de sus pueblos para sostener la guerra en Ucrania, el presidente Donald Trump sigue fingiendo que busca la paz mientras mantiene todo tipo de apoyo militar y de inteligencia al corrupto régimen nazi de aquel país. Acaba de acordar una masiva venta de armamentos a la rebelde provincia china de Taiwan en clara violación del principio de una sola China. 

Con cada vez mayor osadía y temeridad, el Occidente colectivo demuestra su abandono de los principios fundamentales de coexistencia pacífica. En este contexto, es evidente que se trata de una amplia guerra híbrida librado por medio de diversas modalidades con una intensidad variable contra los países que lideran el desarrollo de un mundo multipolar, principalmente China, Rusia, y sus aliados regionales como Irán y Venezuela. Así que es natural que la Inteligencia Artificial y su tecnología ha llegado a ser otro campo de aguda competencia donde las empresas occidentales buscan cómo asegurar su dominio monopólico. 

Por ende, es un desafío muy importante para los países del mundo mayoritario defender la integridad de su desarrollo socioeconómico contra el abuso del control de la Inteligencia Artificial de las élites gobernantes del Occidente colectivo. La inteligencia artificial se ha investigado desde los años 1950s y ha proporcionado aplicaciones muy útiles que mejoran los resultados de la investigación científica y el análisis de grandes cantidades de datos con legítimos fines de mejorar la administración pública y la eficiencia productiva de las economías. Sin embargo, la enorme inversión en Grandes Modelos Lingüísticos no ha superado las limitaciones de los sistemas de Inteligencia Artificial  que desarrollan y ofrecen sus resultados basados en el análisis extensa de información del pasado. 

Estos sistemas no pueden innovar por si solos de manera genuina sin el apoyo humano ni abordar con éxito problemas que no pueden reconocer a partir de la revisión de datos existentes. En términos comerciales, las empresas digitales que promueven y exageran con fines comerciales el alcance de sus productos de IA ni están cerca de generar los ingresos que se requieren para hacer rentables sus enormes inversiones. De hecho, las grandes empresas digitales financian el desarrollo de la IA con un alto porcentaje de sus costos operativos, lo cual se completa con opaca financiamiento circular dentro del sector. Las dudas aumentan sobre la sostenibilidad de la creciente burbuja financiera que se ha creado y la alta probabilidad de necesitar al final un rescate de parte del gobierno norteamericano, lo cual se justificará como un imperativo de la seguridad nacional. 

Desde el 23 de septiembre del año pasado se ha integrado, como parte de la política exterior norteamericano, una explícita alianza entre las grandes empresas digitales y el gobierno. Ese día el gobierno norteamericano lanzó su Asociación para la Inclusividad Global de la Inteligencia Artificial para impulsar, entre otros programas, el uso de la IA en la cooperación para el desarrollo. La Asociación reúne bajo el amparo del gobierno norteamericano las empresas monopólicas del sector, Amazon, Anthropic, Google, IBM, Meta, Microsoft, Nvidia, y OpenAI. La iniciativa busca como asegurar el dominio de los modelos norteamericanos de la IA en los países del mundo mayoritario y ganar acceso a los datos del sector público sobre las poblaciones como, por ejemplo, la información tributaria, comercial y sanitaria. 

Pocos países del mundo mayoritario tienen los recursos requeridos para asegurar los niveles de inversión que se requiere para el desarrollo exitoso de la tecnología de la Inteligencia Artificial. Las grandes empresas digitales, los gobiernos y las instituciones occidentales invierten US$ miles de millones cada año. En cambio,  en América Latina, aun el relativamente ambicioso proyecto Latam-GPT  ha tenido financiamiento de menos de US$ mil millones. Latam-GPT ha sido impulsado con el apoyo de varios países e instituciones regionales pero queda a ver si habrá suficiente inversión regional autónoma para asegurar una verdadera independencia del modelo occidental dominado por las grandes empresas digitales.  Los países del ALBA desarrollan su Centro Regional de Desarrollo de Inteligencia Artificial para América Latina y el Caribe con las obvias limitaciones de recursos, provocadas por los bloqueos y medidas coercitivas contra sus países miembros. 

Especialmente en África, bajo el rubro de la cooperación para el desarrollo, los gobiernos occidentales y sus empresas asociadas buscan como apoderarse de la información poblacional de los países de la región, específicamente los datos tributarios, datos comerciales, datos sanitarios y datos de censo. Las élites occidentales, por medio de los gobiernos y empresas que controlan, aprovechan su acceso a estas enormes cantidades de datos para promover el desarrollo de sus modelos de Inteligencia Artificial y afinar el código de sus algoritmos. Y aunque los datos que se comparten de manera masiva pueden ser anónimos, los patrones que presentan pueden facilitar diversos propósitos del injerencismo occidental.  

Destacadas figuras como la Dra. Vandana Shiva de la India, destacada protagonista a nivel internacional en la lucha contra el biocolonialismo, han advertido contra la nueva dimensión de riesgos que trae la Inteligencia Artificial. Se resalta la explotación de datos genéticos de poblaciones enteras por las grandes empresas farmaceúticas que, como se veía durante la pandemia de Covid-19, dominan las políticas de salud en los países occidentales e influyen de manera desmedida en organizaciones como la Organización Mundial de Salud. La apropiación de los datos de salud de una población, de su información genética por ejemplo, demuestra como se puede explotar la IA como una nueva modalidad del neocolonialismo occidental. 

En muchos casos, para la administración del manejo de los datos en el marco de la cooperación para el desarrollo, las decisiones claves no se toman a nivel nacional, sino dentro de las estructuras bilaterales y multilaterales. Aun sin una relación de intervención neocolonial directa bajo la figura de la cooperación para el desarrollo, a nivel general, los datos poblacionales recogidos por las plataformas digitales permiten a las élites occidentales influir en las políticas publicas, los hábitos de consumo, en los movimientos sociales, la opinión pública y hasta las elecciones nacionales, sin una coerción evidente y visible. De hecho, las grandes empresas digitales como Google y Microsoft recopilan grandes cantidades de datos que explotan para moldear los conocimientos de sus usuarios, manipular sus actitudes y comportamiento, y piratear la propiedad intelectual. 

Esta realidad se ha visto en la manipulación de las llamadas “protestas de Generación Z” en países como Bangladesh, Nepal e Indonesia. De todas maneras, tener acceso a los datos personales de toda una población, de manera directa o de manera agregada, facilita la injerencia en la planificación económica o en el diseño de programas sociales, de atención médica o de seguro social. Permite desarrollar y afinar la clasificación  y los mapas socioeconómicos para influir en la actuación de las poblaciones durante crisis políticas, disturbios civiles o una intervención externa. El ejemplo más extremo de esta realidad ha sido el abuso de la tecnología digital con fines asesinos por parte del régimen sionista y el gobierno norteamericano contra las poblaciones de Palestina, el Líbano e Irán. 

Durante años las autoridades israelíes y sus colaboradores norteamericanos acumulaban datos y metadatos para poder llevar a cabo masivos ataques asesinos no solamente a los altos mandos de Hamas, Hezbollah y las autoridades iraníes, sino contra decenas de miles de civiles también. En Cuba, Nicaragua y Venezuela hemos vivido diversas variedades de este tipo de abuso de la tecnología digital como lo que se aplicó hace poco para destruir la integridad de las recientes elecciones en Honduras. El ejemplo más notorio fue la campaña ofensiva de mensajes personalizados a millones de familias hondureñas con familiares en Estados Unidos, amenazando que iban a perder sus remesas si ganara el partido Libre.   

Así que múltiples ejemplos demuestran que la concentración del poder digital de la Inteligencia Artificial en manos de las élites occidentales representa otra manera de destruir la soberanía nacional y hacer imposible el desarrollo humano de los pueblos para satisfacer y realizar las aspiraciones de sus familias.  Y en ese sentido queda evidente el gran contraste entre el éxito de la visión práctica, realista y cooperativa de las empresas del sector de la IA de China y la irracional, exagerada, avara ambición monopólica de las empresas digitales occidentales. En China, la política de oferta de la Inteligencia Artificial se basa en el código abierto lo cual permite a las y los usuarios bajar el código, revisarlo, adaptarlo e incluso, mejorarlo. 

El modelo cooperativo de código abierto fortalece el proceso de actualización de los algoritmos que hacen funcionar la Inteligencia Artificial y extiende la vida de la aplicación, lo cual aumenta la rentabilidad de la inversión inicial. En cambio, el modelo propietario de las empresas occidentales enfoca en aventajar a sus competidores para establecer sistemas y plataformas monopólicos típicos de su sector, como Windows de Microsoft, el sistema de búsqueda de Google o plataformas de redes sociales como Facebook, Instagram o X. De la misma manera, el sistema IA Deepseek de China funciona a base de usar mucho menos recursos en comparación con, por ejemplo, ChatGPT.

Vale la pena en este contexto mencionar que científicos chinos han probado con éxito un sistema que permite la proyección eficiente desde el espacio de una señal de láser que lleva un corriente de datos. Con menos unidades y un uso de energía de solamente dos vatios, el sistema permite la misma capacidad de cobertura satelital con mayor velocidad de señal (un gigabyte por segundo ) que el sistema nortemericano Starlink. Se combina una técnica de Óptica Adaptativa para corregir la distorsión de la señal con la Recepción de Modo Diverso que ayuda a reparar la señal cuando su luz se dispersa. Este sistema AO-MDR (por sus siglos en inglés), ocupa un avanzado algoritmo de inteligencia artificial que se corrige en tiempo real para optimizar la claridad de los canales de datos. 

El desarrollo de la Inteligencia Artificial y su tecnología es otro campo de la lucha de clase por los pueblos del mundo mayoritario hacia la democratización económica y tecnológica a nivel  internacional. La lucha de nuestros pueblos asume una dimensión moral, cultural y espiritual contra las élites gobernantes de un Occidente neocolonial en declive que buscan nuevas maneras de compensar por su relativa debilidad político-militar y económica. El control monopólico de la Inteligencia Artificial es un anhelo de las élites occidentales para poder subvertir y controlar la consciencia autónoma de los pueblos del mundo para pensar, imaginar y distinguir correctamente entre la falsedad y la realidad. 

Es por este motivo que nuestros Copresidentes Comandante Daniel y Compañera Rosario priorizan la defensa de la cultura y la identidad nicaragüense como un legado vital, integral y revolucionario del Frente Sandinista de Liberación Nacional y el pueblo nicaragüense, por ejemplo cuando la Compañera Rosario invoca: “Cuánto debemos a Carlos Fonseca por ese Pensamiento y esa Visión que hizo la síntesis que logró plasmar, en una idea infinita y en una práctica multiplicadora, la Identidad Nicaragüense, Identidad que és Pensamiento, Identidad que és Tradición, Identidad que, como dice Darío, és Vigor, és Gloria, son Victorias... Identidad que és Lucha Permanente, y no lucha insensata, no lucha inútil, lucha Permanente para construir un Porvenir como lo merecemos tod@s. Lucha Permanente para vivir, como debemos vivir : Como Seres Humanos” !

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