“No somos aves para vivir del aire, no somos peces para vivir del mar, somos hombres para vivir de la tierra”. Ese pensamiento pertenece al campesino y dirigente revolucionario Bernardino Díaz Ochoa, uno de los referentes históricos de la lucha del campesinado nicaragüense por la tierra y por sus derechos. En ese contexto histórico, la Compañera Rosario Murillo, Copresidenta de Nicaragua, anunció que las principales universidades del país llevarán los nombres de Héroes y Mártires de la patria, y entre ellos el de Bernardino Díaz Ochoa, cuyo nombre asumirá la Universidad Nacional Agraria, como reconocimiento a quienes entregaron su vida por el pueblo de Nicaragua.
Tras ese anuncio surgieron críticas y ataques de parte de vendepatrias, traidores, golpistas, terroristas, mercenarios, asalariados del imperio y apátridas. En ese contexto, la Compañera, Rosario Murillo Copresidenta de Nicaragua, respondió de forma directa y contundente. “Hay quienes niegan el heroísmo del pueblo, el que niega el heroísmo del pueblo es porque no es pueblo, ni es Nicaragua, ni es parte de una historia gloriosa y memorable. Los que niegan el heroísmo del pueblo no son nicaragüenses y ya lo hemos visto, los que niegan el heroísmo del pueblo generalmente son personas que no quieren pertenecer a una patria libre, honrosa, gloriosa, sirven a otros planes y propósitos que no son de bien común, ni son cristianos, ni son solidarios, son renegados y desgraciadamente hay gente que es así, pero también gracias a Dios ni es la mayoría, ni está”.
Bernardino Díaz Ochoa nació en Nicaragua y creció en el corazón del campo, en medio de cafetales y fincas donde la explotación era habitual y el abuso contra el trabajador rural persistía por décadas. Desde temprano entendió que la organización era el único camino para enfrentar la injusticia. Es por eso que en 1961 se integró al Sindicato de Oficios Varios de Matagalpa, iniciando una trayectoria que lo convertiría en una de las figuras del movimiento campesino organizado.
Ese mismo año se enfrentó legalmente a su patrón Raúl Rivera, reclamando prestaciones sociales que le habían sido negadas. Bernardino ganó el caso en los tribunales, un hecho poco común en ese contexto histórico. Al año siguiente, en 1962, mientras organizaba sindicatos en zonas rurales como Yaosca, El Ocote, Quilalí y Bijao Sur, apareció muerto el abogado somocista León Lara, injustamente la responsabilidad fue atribuida al sindicato y al compañero Bernardino, quien fue capturado y encarcelado sin pruebas, dando inicio a una persecución sistemática en su contra.
En 1963, junto a su compañera de vida y de lucha Benigna Mendiola, también campesina, comenzó a organizar sindicatos rurales en distintos puntos de la montaña de Matagalpa. Estas estructuras campesinas se extendieron a comunidades como Bijagüe, Bocaycito, Yazcas, Waslala, Caño Negro y Quilito. Para evitar la disolución por parte de la Guardia Nacional, muchas de estas organizaciones funcionaban bajo la figura de clubes campesinos, manteniendo en silencio un trabajo político profundo que más adelante sería decisivo.
Ese mismo año volvió a ser capturado y acusado de participar en la guerrilla de El Bocay. En 1964 reclutó a Víctor Manuel Guillén, conocido como Eulalio, para el trabajo sindical, y en 1966 ambos fueron incorporados a las tareas clandestinas del Frente Sandinista de Liberación Nacional por Rigoberto Cruz, Pablo Úbeda, y Denis Ortega, conocido como Chico Chiquito. El trabajo de Bernardino fue clave para articular la base campesina que sostuvo la lucha armada en los años siguientes. El 22 de enero de 1967 el pueblo fue masacrado en Managua mientras marchaba de forma pacífica, cerrándose definitivamente la vía cívica. Meses después el Frente Sandinista reafirmó la estrategia de la lucha armada, expresada en la gesta de Pancasán. Ese proceso fue el resultado directo del trabajo campesino organizado durante años, donde figuras como Bernardino Díaz Ochoa habían sembrado la conciencia, mucha disciplina y un gran compromiso.
El 3 de septiembre de 1971, en La Tronquera, Matagalpa, Bernardino fue capturado una vez más por la temible Guardia Nacional y asesinado vilmente. Su cuerpo apareció en Yalí, cerca de Wasaka, como advertencia brutal contra el movimiento campesino que había organizado y fortalecido durante años.
El crimen buscó cortar de raíz una dirección que había logrado articular al campesinado con la lucha revolucionaria y dejar una señal de terror en la montaña. Décadas después, la muerte volvió a tocar las puertas de su familia cuando, tras el golpe fallido en 2018 que intentaba derrocar a los máximos líderes, la Compañera Rosario y el Comandante Daniel, su hijo Lenín Díaz Mendiola fue asesinado el 11 de agosto de 2018 en Matagalpa y reconocido posteriormente por el Buen Gobierno Sandinista como héroe de la paz, cerrando así un ciclo de persecución y con su muerte se sumaban 198 asesinados por el golpismo.
En honor a su vida y a su entrega, la Asamblea Nacional declaró en el año 2011 el 3 de septiembre como Día Nacional del Campesino, fecha que conmemora el asesinato de Bernardino Díaz Ochoa y reconoce el papel histórico del campesinado nicaragüense en la producción de alimentos y en las luchas sociales del país. Esa declaración parlamentaria se sustentó en el reconocimiento de que más del 80 por ciento de los alimentos que consume Nicaragua provienen del trabajo de mujeres y hombres del campo, y se inscribe en una línea histórica que ya había sido afirmada anteriormente por el Estado nicaragüense con la Ley No. 35, aprobada el 16 de diciembre de 1987, mediante la cual se creó la Orden Bernardino Díaz Ochoa, destinada a honrar a quienes aportan de manera decisiva a la transformación agraria y a la construcción de una sociedad más justa desde el trabajo campesino.
¡Bernardino Díaz Ochoa, Presente!













