Los conservadores del exterior –enclavados en el burdo esquema aún no superado de la Guerra Fría– contaminan con sus filias y sus fobias el periodismo, la academia o lo que por desgracia manipulen.
La mal llamada oposición en Nicaragua, liderada por su incuestionable jefe, el diario político La Prensa, llevó al teatro de lo absurdo la obra “Tragi-comedia de una paranoia o suicidio político”.
Todas las encuestas que hasta ahora se han hecho, respiran un solo espíritu: la población consultada una y otra vez se apunta por la estabilidad política, social y económica de su patria. Rechaza la confrontación.
Al margen de la variada oferta política que incluye a liberales, izquierda, centro derecha, centro izquierda y derecha sin apellidos, las elecciones de 2016 son históricas.
Aunque no comulgue con ciertos altares y reconozca que mi único Sumo Pontífice es el Doctor de la Dulzura, como llamó Rubén Darío a Jesús, no puedo dejar de escribir estas líneas.
Si un gobernante es evaluado periódicamente, así como sus cifras de éxito pueden o no ser las mismas que cuando asumió el gobierno, también sucede con los partidos que participaron en la contienda presidencial.