La historia se repite y cuándo Nicaragua se apresta a realizar elecciones legislativas en noviembre venidero es nuevamente objeto de acciones injerencistas de Estados Unidos.
De la “Soledad del Poder” es lo que menos se puede acusar a la Revolución Sandinista de 1979-1990. Hacerlo sería demostrar una colosal falta de honestidad con Nicaragua y el mundo. Pero los historicidas se ponen de moda en julio.
Libre de los “iluminados” del extremismo, el FSLN – conducido por el comandante Daniel Ortega y la Vicepresidenta Rosario Murillo– se constituye como el partido de la solidaridad.
La banda sonora de la Democracia es el Himno Nacional. Este es uno de sus magnos servicios a la República, tan suficiente que Nicaragua, al ejecutar la sinfonía de su soberanía, no necesita ni la letra ni la música de otro país.
La tiranía somocista nunca fue la era de “paz, estabilidad y excelencia económica” que ahora algunos alegremente predican, haciendo absurdas como demenciales comparaciones.