La crisis del genocidio sionista del pueblo palestino y la crisis política y socioeconómica en Haití ambas tienen sus orígenes en los respectivos episodios de la destructiva intervención extranjera en las primeras décadas del siglo pasado.
Nail Giladi, judío iraquí, en 1950 pasó a formar parte del servicio secreto israelí, el Mossad, pero llegó un momento en que decidió abandonar semejante tarea y marcharse de “israel”, emigró a EEUU.
Este 8 de marzo es un día no de celebración, sino de conmemoración. No es de felicitación es de respeto. No es de feminismo, no es de la lucha de las mujeres contra los hombres, es de igualdad, de equidad, de reconocimiento y de nobleza.
Hay dos caras principales a las múltiples iniciativas de la integración económica en marcha en el mundo mayoritario. Por un lado constituyen mecanismos del reconocimiento de la centralidad de la paz, el respeto mutuo y la cooperación de buena fe.
Desde hace muchos años ha sido más que evidente que las élites gobernantes de Estados Unidos y sus aliados en Europa y el Pacífico resisten el desarrollo de una nueva orden en las relaciones internacionales porque no aceptan la democratización del sistema
Gaza y toda Asia Occidental - Oriente Medio, dan el color a cada día del mundo. Llegando hasta el 7 de octubre de 2023 el nombre de Palestina los sionistas, el mismo Netanyahu en su intervención en la ONU, lo habían hecho desaparecer de los mapas.
El periodismo, a propósito que estamos a horas del primero de marzo, que es cuando en Nicaragua los que trabajamos en este medio celebramos nuestro día, por el rol que asume y por el enfoque que imprime a sus notas, ahora con cargas muy pesadas.