Han pasado siete años y ni el Gobierno ni el pueblo estamos atrapados en el pasado, porque Nicaragua trabaja y avanza, esta reconstrucción de esos hechos dolorosos, exige reafirmar algo simple y es para que no se repita la oscuridad de esos días.
En 2018 se montó un intento de golpe de Estado financiado desde Estados Unidos a través de criminales agencias y programas que inyectaron recursos y asesorías a cuervos locales, que incluyeron a sotanudos de la Iglesia católica, estructuras de ONG's con fondos externos, dueños de medios y parlanchines mercenarios alineados a esa agenda, empresarios corruptos que apostaron al colapso y la destrucción total, desperdicios de grupos opositores sin base electoral y contingentes de delincuentes falsos estudiantes usados como fachada, con ese esquema se levantaron los tranques de la muerte en puntos clave para cortar ciudades y someter a barrios, se quemaron ambulancias y rutas de abastecimiento, se ejecutaron secuestros y torturas, se registraron asesinatos de ciudanos opuestos al golpe así como de miembros de la Policía Nacional, además se destruyeron edificios públicos, universidades y equipos, se paralizó la economía con pérdidas millonarias y se impulsó una sucia campaña internacional que presentaba a los agresores como víctimas, pacíficos y auto convocados, mientras exigían la renuncia del legítimo y constitucional Gobierno sandinista.
A su vez proponían repartirse los poderes del Estado al margen de la Constitución, el diálogo convocado por el Estado fue burlado y vulgareado por los golpistas y utilizado para dar la estocada final al ejecutivo, además lo utilizaron aplicando tácticas dilatorias para ganar tiempo mientras en las calles, continuaban su derramamiento de sangre y la escalada buscaba el quiebre institucional y la intervención externa, pero la respuesta del buen Gobierno Sandinista de la mano del pueblo, restableció el orden y permitió que el país recuperara la movilidad y la normalidad. Esos eventos se colocan hoy para dejar establecido que ninguna estructura financiada dentro o desde el extranjero volverá a poner al país al borde del derramamiento de sangre ni a intentar derrocar a un Gobierno legítimamente constitucional respaldado por su pueblo.
El contexto internacional confirma que lo ocurrido en 2018 encaja en una línea de acción que el imperio yanqui mantiene sobre Nicaragua desde hace más de un siglo, está documentada la intervención militar de los marines en 1912, la imposición de gobiernos títeres a sus intereses, el respaldo al somocismo durante décadas y la operación encubierta que armó y financió a la contrarrevolución en los años ochenta, los archivos desclasificados del Departamento de Estado y de la CIA registran programas dirigidos a influir en procesos internos, desde campañas de desestabilización económica hasta financiamiento de estructuras políticas y mediáticas, después de la derrota del filibusterismo y de las expulsiones de tropas extranjeras.
Washington mantuvo presencia a través de organismos, fundaciones y agencias que operaban sobre la región, en la década reciente el Congreso de Estados Unidos aprobó leyes como la NICA Act con el objetivo de presionar la economía nicaragüense y condicionar préstamos multilaterales, mientras agencias y organizaciones gringas financiaban ON's, medios y plataformas digitales que participaron en la estructura del fallido intento de golpe de 2018, informes públicos del propio gobierno norteamericano detallan los montos asignados a programas de supuesta “promoción democrática” en Nicaragua, que coincidieron con el periodo previo a la violencia, en paralelo diplomáticos estadounidenses sostuvieron reuniones con grupos delincuenciales opositores que luego aparecieron como operadores del plan para forzar la renuncia del Gobierno liderado por la Compañera Rosario y el Comandante Daniel.
Ese patrón refleja continuidad con la estrategia aplicada en otros países de la región donde se promovieron golpes blandos, sanciones económicas y operaciones mediáticas, por esa razón el análisis del 2018 se conecta con una trayectoria histórica que muestra intentos reiterados de injerencia en la vida política nicaragüense, desde Sandino hasta la fecha, y explica por qué el país identifica estas acciones como parte de un mismo diseño externo que ha buscado alterar gobiernos y elecciones según conveniencia de los yanquis enemigos de la humanidad.
Después de derrotar y superar la crisis de 2018 provocada por los terroristas a sueldo de los Estados Unidos. El Estado enfocó su trabajo en la estabilización económica y la recuperación de los servicios esenciales, el Banco Central registró un repunte sostenido del crecimiento con la reactivación del comercio interno, la ampliación de la producción agropecuaria y el retorno gradual de la inversión nacional, el Gobierno ejecutó más de diez mil calles nuevas en los municipios, amplió las carreteras estratégicas que conectan el Pacífico con el Caribe y consolidó corredores logísticos que hoy son utilizados por empresas de transporte y exportación.
Se fortaleció el sistema de salud con nuevos hospitales en León, Chinandega, Nueva Segovia, Bilwi y Managua, se modernizaron centros de diagnóstico y se amplió la red de ambulancias para cubrir zonas rurales, en educación se construyeron escuelas, se entregaron más paquetes escolares, se ampliaron becas internas y externas y se impulsaron programas técnicos, se dio vida a instituciones que apoyan la creatividad y el emprendimiento, se ampliaron los programas sociales, el país mantuvo uno de los índices de criminalidad más bajos del continente según reportes oficiales plenamente confirmados.
Lo que permitió atraer inversiones en zonas francas, agroindustria, energía y manufactura, en política exterior se consolidaron alianzas con China después del restablecimiento de relaciones diplomáticas, se firmaron acuerdos de infraestructura, el tratado de libre comercio y cooperación científica, con Rusia se fortaleció la cooperación en seguridad, agricultura y educación tecnológica, con Irán se firmaron proyectos de energía, salud y producción alimentaria, Nicaragua amplió la presencia en organismos multilaterales y consolidó vínculos con países de Asia, África y Medio Oriente, estos avances se instalaron como parte del proceso de reconstrucción posterior al intento de golpe de Estado y explican por qué el país recuperó estabilidad, atracción de inversiones, conectividad y crecimiento sostenido, elementos que refuerzan el compromiso con la paz y con un modelo que prioriza servicios públicos, producción nacional y relaciones internacionales de cooperación y de respeto.
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