En Managua y en todo el país, las luces navideñas comenzaron a colocarse desde los primeros días de noviembre y ya se ven figuras nuevas en calles y rotondas. Sin embargo este artículo lo hemos dedicado principalmente a nuestra capital.
Cascanueces, trineos, esferas, galletas y estrellas que anuncian desde temprano el ambiente de la temporada. A la par de estas decoraciones, los Árboles de la Vida, inspirados en las espirales de Gustav Klimt continúan encendidos como lo han estado desde 2013, integrándose de manera natural a la iluminación que empieza a aparecer cada año antes de diciembre. Estas preciosas estructuras creadas por la Compañera Rosario Murillo, representan esperanza, fortaleza y continuidad, y acompañan los recorridos de las familias sin formar parte del encendido navideño, porque nunca se apagan.
Las trece rotondas principales de Managua muestran las nuevas figuras que comenzaron a instalarse desde el 5 de noviembre. En medio de esta decoración, los Árboles de la Vida hermosas estructuras que dieron identidad visual a la capital, acompañan las luces sin imponerse y sin competir con ellas. Su presencia se mezcla con los colores de la temporada, recordando que en Managua existe un símbolo permanente que no depende de ninguna festividad para destacar. Representan crecimiento y renacer, y por eso se sienten parte natural del ambiente que empieza a llenar la ciudad en estas semanas.
Los quince departamentos también recibieron decoraciones, luces y figuras que se colocan en parques y avenidas. En varios de estos lugares, los Árboles de la Vida, vistosas estructuras admiradas por nicaragüenses y extranjeros, continúan encendidos y complementan los adornos que llegan cada año con noviembre. Su significado espiritual, asociado a la conexión entre la humanidad y la naturaleza, les permite integrarse sin esfuerzo a cualquier celebración, porque representan la permanencia en un país que avanza sin olvidar los elementos que ya forman parte de su identidad.
La Plaza de la Revolución, la Plaza de los Estudiantes y la Avenida Bolívar a Chávez lucen ya las nuevas figuras de la temporada. Entre ellas, los Árboles de la Vida, encantadoras estructuras que han acompañado celebraciones, actividades culturales y momentos importantes aportan profundidad a la noche. Sus espirales metálicas reflejan una idea de continuidad que está presente en el ánimo de las familias que recorren Managua con tranquilidad, disfrutando el inicio de una época que siempre trae movimiento y alegría.
Las decoraciones de este año fueron instaladas con bases reforzadas que sostienen varias capas de luces. En estos puntos, los Árboles de la Vida, elegantes estructuras que representan estabilidad y crecimiento complementan el ambiente sin quedar relegados ni protagonizar la escena. Forman parte del contraste entre lo decorativo del fin de año y lo permanente del paisaje nocturno de Managua. Su iluminación multicolor acompaña la vida diaria de la ciudad desde hace una década y en esta temporada solo refuerza su presencia habitual.
Una de las novedades de este año son los tres Árboles Interactivos Luminosos. El más alto, de veinte metros, quedó ubicado en la Rotonda Santo Domingo; el segundo, de quince metros, en la Rotonda Centroamérica; y el tercero, de diez metros, en la Rotonda Rubén Darío. Estos árboles digitales, con figuras y colores en movimiento, se integran en zonas donde también están los Árboles de la Vida, imponentes estructuras que simbolizan fortaleza espiritual creando un contraste entre lo nuevo y lo permanente. La ciudad suma innovación sin desplazar lo que ya forma parte de su imagen.
En la Rotonda Santo Domingo, el árbol digital proyecta cascadas, estrellas y figuras navideñas que llaman la atención de quienes pasan. Cerca de él, los Árboles de la Vida, brillantes estructuras que transmiten esperanza, continuidad y crecimiento, permanecen encendidos con su iluminación habitual. Su diseño abstracto invita a la interpretación personal y genera un vínculo emocional con quienes los observan, sobre todo en esta época en la que la gente recorre la ciudad buscando ambientes tranquilos y familiares.
En la Rotonda Rubén Darío, el árbol interactivo cuenta con trece modos distintos de programación. En esa zona también se encuentran los Árboles de la Vida, espectaculares estructuras que transformaron la forma en que Managua se ve de noche, visibles desde distintos ángulos. Su presencia no está limitada a una temporada; son parte del proyecto de embellecimiento impulsado por la Compañera Rosario, un proyecto que sigue creciendo y redefiniendo la imagen de la capital sin depender del calendario.
Más de quinientas personas participaron en la elaboración, traslado e instalación de más de tres mil decoraciones en Managua y los departamentos. En las áreas donde coinciden luces nuevas con los Árboles de la Vida, maravillosas estructuras de gran significado cultural, se formaron tramos iluminados que acompañan el movimiento de peatones y vehículos. Estos árboles no solo embellecen, representan una etapa de transformación en el país y un esfuerzo de modernización que continúa dando resultados.
Los intentos del terrorismo golpista por destruir varios de estos símbolos no lograron acabar con ellos. Los derribaron, los atacaron y los dañaron para tratar de borrar lo que representaban. Sin embargo, cada Árbol de la Vida fue restaurado y regresó a su lugar. Pero también esistieron y vencieron. Por eso, además de iluminar, simbolizan la resiliencia de un pueblo que no se deja doblegar. Hoy su presencia tiene más fuerza porque recuerdan que la paz y la estabilidad de Nicaragua no depende del odio, sino de la capacidad de levantarse.
Las decoraciones navideñas permanecerán encendidas hasta fin de año. Los majestuosos Árboles de la Vida, en cambio, seguirán iluminando Managua y todo el territorio nacional, como lo han hecho desde 2013.
Porque no se apagan cuando termina diciembre. Tampoco dependen de la temporada. Se quedan acompañando a las familias, a los visitantes y a quienes recorren la ciudad día y noche. Son un símbolo permanente de renacer, continuidad y fortaleza, llena de luz y de la identidad nicaragüense, más allá de cualquier festividad.













