El entrenador del FC Barcelona, Francesc 'Tito' Vilanova, concluirá su primera temporada como entrenador del equipo con una nota altísima, al haber llevado a cabo una transición difícil tras la marcha de Josep Guardiola, pero tras haberla concluido con el título de Liga en las manos.

Después de haber perdido la Liga el año pasado en un 'sprint' espectacular con el Madrid hasta las últimas jornadas, el Barcelona regresó en un arranque de temporada que llevó a los más entusiastas a valorar a Vilanova muy por encima de las mejores expectativas, debido a una primera vuelta de cine, que colocó al equipo catalán con una ventaja que le encaraba hacia el título que ha obtenido hoy.

A pesar de este firmeza en la consecución del vigésimo segundo título de Liga en su historia, y el sexto en los últimos diez años, el tránsito hacia el éxito ha estado plagado de complicaciones, como la vivida por el propio Vilanova, quien a poco de llegarse a la Navidad volvió a recaer de un tumor en la glándula parótida, que si bien le hizo pasar por el quirófano y posteriormente regresó al campo de entrenamiento, finalmente acabó con el técnico en Nueva York asistiendo a un largo tratamiento.

La marcha de Vilanova a los Estados Unidos (21 de enero) cogió al Barcelona bien situado en las competiciones (líder en la Liga, clasificado para las semifinales de la Copa del Rey y para octavos de final de la Liga de Campeones).

El Barcelona entregó los galones al asistente Jordi Roura, quien junto a los recién renovados capitanes Carles Puyol y Xavi Herández, y tras la también ampliación del 'crack' del equipo, el argentino Lionel Messi, debía mantener el orden y el concierto durante los dos meses que Vilanova iba a estar ausente.

El Barcelona había encontrado su mejor versión en el arranque de temporada con un entonado Cesc Fàbregas, había recuperado a David Villa tras un año lesionado y el chileno Alexis Sánchez apuntaba una clara adaptación, pero el conjunto azulgrana empezó a sumar actuaciones algo discutidas, algunas de la cuales le comprometieron su continuidad en la Copa del Rey (eliminado por el Madrid) y a punto estuvieron de condenarle en la Champions (ida de octavos en Milán).

A pesar de estos baches, en la Liga la superioridad azulgrana continuó siendo manifiesta, con sólo dos tropiezos (derrotas contra la Real y frente al Madrid) y tres empates, que no le impidieron mantener una cómoda ventaja que desde hace meses se mantuvo por encima de los diez puntos.

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