Nicaragua alcanzó hasta ayer el 57% por ciento de la población total de 2 años a más con el esquema de vacunación completa contra la Covid-19 y el 80 entre personas con sus dosis totales y en proceso de completarlas.
Estos porcentajes se alcanzaron a través de modelos y esquemas concebidos para priorizar a los que por edad y enfermedades crónicas eran los más vulnerables y para sus efectos se ejecutó un plan que empezó con los de 60 a más y en descenso hasta llegar incluso a criaturas de dos años y embarazadas.
El interés de la población entonces por vacunarse quedó demostrado cuando masivamente acudió a los hospitales o cualquier lugar que se determinara para tal fin y eran sorprendentes aquellas kilométricas filas que llegaron a sobrepasar la capacidad física de esos héroes de gabachas blancas que las ponían.
Aquellas jornadas que empezaban de madrugada y terminaban hasta en altas horas de la noche se debieron por supuesto al miedo que la peste del Covid ha causado, que también nos ha afectado, que nos ha dejado muertos y contagiados, pero también su éxito se debió a la confianza del nicaragüense en un modelo de salud pública que ya había creado desde los años ochenta un sistema que retomado en el 2007, hasta nuestros días, evitó que nuestro país fuera apocalípticamente diezmado en su población como sí sucedió paradójicamente en naciones del primer mundo y con economías sumamente poderosas.
Por las razones que fueran, seguramente problemas físicos para desplazarse, por no tener con quien acudir para que se le asistiera, por modalidades de trabajo, por no dejar la casa sola o también por hacer caso a criminales que hacen campaña para que la gente no se vacune, hubieron quienes decidieron no inmunizarse o protegerse y fue entonces que se dijo “vayan a ellos” y así los brigadistas voluntarios de salud se fueron a meter a los barrios y a los rincones más apartados de la montaña para preservar la vida de la gente.
Gracias infinitas a Dios, que siempre nos tiene tomados de su mano porque para Él esta Nicaragua bendita es un David frente a las adversidades, somos de los últimos países, muy coleros por cierto, en mostrarse con menos contagiados y menos muertos a causa de este virus que ha exterminado a gran parte de la humanidad y lo mejor es que no baja la guardia que sigue gestionando y con mucho éxito donaciones con quien sea para mantener elevados sus inventarios de vacuna y al acecho siempre de comprar todo lo que pueda en tanto el deshumanizado capitalismo salvaje lo permita, y sin dejar de mencionar, porque no solo es importante, sino que nos llena de orgullo, que estamos próximos de producir desde nuestro país vacunas para América Latina.
Recuérdese que nuestro Gobierno durante el VI congreso internacional Rusia-Nicaragua, desarrollado en esta capital, anunció la producción de vacunas CoviVac a través del Instituto Méchnikov y en alianza con el Instituto Chumakov de Rusia lo que es un paso trascendental si consideramos que el Covic ya es un problema endémico y que llegó lamentablemente para quedarse.
La Organización Mundial de la Salud y la sub regional, la Organización Panamericana de la Salud, tienen sobradas razones para reconocer en Nicaragua el éxito que tiene para articular esfuerzos institucionales con el concurso de quienes beligerantemente componemos nuestro modelo de sociedad y catapultarlo de tal manera, que hoy por hoy, el mundo entero se sorprende de lo que hemos sido capaces de hacer por haber visualizado, desde hace década atrás, que la salud no es solo vida sino además desarrollo y construcción de nación.
Por supuesto una base fundamental para que otros países quieran emularnos, tristemente para ellos sin tener la voluntad política para hacerlo posible, es nuestra red hospitalaria por todo el país que suma 19 mega instalaciones nuevas y ocho adicionales en proceso de construcción, sin meter las viejas estructuras heredadas que prácticamente se volvieron a hacer y las incontables clínicas que se extienden por todos los municipios cada una de ellas dotadas con tecnología de punta con el propósito de salvar vidas desde un sistema de salud público que además de dar dignidad al paciente lo atiende y sana gratuitamente.
Dicho lo anterior debo remarcar que todo este modelo de salud que nos ha permitido amortiguar con mucho éxito el impacto de la pandemia en nuestro país fuera más efectivo si la conciencia y propia responsabilidad de algunos ciudadanos entendiera realmente del daño letal que se puede causar así mismos y a los demás, aunque los demás estemos vacunados porque lo que nos inyectan nos protege, pero no nos inmuniza.
Algunos que no se han vacunado ásperamente podrán argüir que no saben, que no se dan cuenta o no tienen información sobre si es conveniente o no, pero eso francamente es necedad, porque aquí todos los días la vicepresidenta Rosario Murillo desde los medios del poder ciudadano, el presidente Daniel Ortega en sus comparecencias, los ministros, las instituciones que interactúan con el tema y otros espacios comunicacionales lo hacen porque nos hemos adelantado a las recomendaciones de la OMS que advierte que es vital asegurar que las personas tengan toda la información correcta sobre su efectividad y seguridad para que puedan tomar una decisión personal sobre si aplicarse o no la vacuna.
Otro factor que menos mal se está retomando, solo porque ahora nos tiene nervioso el tal Omicron, -ayer fue la cepa Delta y mañana será otra seguramente- es el tema de los termómetros, la mascarilla, el lavado de manos y la distancia física, pero la verdad es que desgraciadamente no todos somos los responsables que quisiéramos y en consecuencia vamos a seguir insistiendo en cuidarnos los que nos queremos y en educar desde espacios como este a los que no comen zacate porque no les da la nuca.
Algunos que hacen campañas contra la vacunación contra el Covid-19 lo hacen por ignorancia, por brutos, y aunque no se justifica no lo hacen con dolo, sino simplemente porque no tienen capacidad de razonar, pero hay otros que sí lo hacen con premeditación, alevosía y ventaja, incluso criminalmente desde medios de comunicación como supuestos periodistas y otros disfrazados de políticos, que te dicen sandeces como que si te inyectas la Sputnik, que además es la mejor o la Abdalá cubana, que también es buenísima, te vuelves comunista porque traen escondido un chip que te lava el cerebro.
Organismos internacionales y gobiernos advierten sobre campañas de desinformación acerca de las vacunas contra la Covid-19 que proliferan en redes sociales. Teorías de conspiración, noticias falsas y bulos informativos circulan por las venas de las redes sociales en un torrente que llega a los teléfonos celulares y de ahí salta a la credulidad de miles de usuarios de esas plataformas de uso masivo que terminan multiplicando las campañas de desinformación, entre estas sobre las vacunas para la Covid-19.
En estas campañas hasta grupos religiosos y fanáticos que pertenecen a ellos han contribuido a la muerte de muchas personas y lo paradójico es que ya muchos que la hicieron se los llevó la peste y al respecto lo que verdaderamente debe saber el nicaragüense, que vive en nuestra parcela común, es que la vacunación es voluntaria sí, que es una decisión personal sí, pero que no vacunarse ya genera consecuencias que mañana o más tarde tendrán consecuencias de impacto profundo en la vida de quien hoy por hoy sostiene que no hacerlo es su derecho lo que por supuesto no está en discusión.
Pero hay otro aspecto que tampoco está en discusión y lo voy a poner en la dimensión que corresponde como persona responsable que soy conmigo y con los demás. Si yo me siento raro, amurriñado, como con calentura de pollo, moqueandito, como que me duelen los huesos, me quedo en mi casa y me tomo el tiempo para ir al médico; si esos mismos síntomas los veo en mis colaboradores que se les ocurrió pensar que solo se trata de un catarrito, lo siento mucho le digo que se mantenga lejos de mí o que se vaya a su casa o directo al médico a atenderse; si alguien viniese a buscar una plaza de trabajo en el medio que dirijo y no me presenta que la “magnífica” el certificado de que ya se vacunó o está en el proceso de cumplir con las dosis que corresponden pues entonces va de retro porque ni yo me quiero exponer ni tampoco lo quiero hacer con quienes trabajan conmigo.
Lo anterior es solo un ejemplo chiquito, laboral o empresarial si se quiere, de la forma en que la peste transformó al mundo y que gústenos o no la vacuna más que un requisito será una llave, con la que únicamente podremos desenvolvernos en la vida, así que no se crea que no ponérsela es una opción.
A cada uno de los que hemos sido vacunados en Nicaragua se nos extendió un cartoncito donde se certifica qué vacuna, qué lote, qué tantas dosis nos pusimos y hasta quien nos la puso. El Ministerio de Salud que nos lo entregó, después de haber tomado los datos personales de cada quien, nos dijo que cuidáramos ese documento porque era importante y claro que lo es porque ya empiezan las empresas y con toda razón a pedirlo a sus empleados y al que no lo tiene le dan un tiempo para que se vaya a vacunar y si después de habérselo dado no lo presenta porque no se fue a vacunar, porque insiste en que eso es voluntario, pues entonces lo mandaran y con mucha satisfacción directo a recursos humanos, a gestionar su liquidación, porque tampoco es una opción que los irresponsables pongan en riesgo la vida de los demás.
Hoy por hoy no viajas a ninguna parte, no te montan en un avión sino llevas la negativa correspondiente, pondrán decir que es un negocio, a lo mejor sí, pero igual no te montan y muy cercanamente tenga seguridad que para montarte a un bus de transporte colectivo, te van a pedir el certificado respectivo.
Esta asunto de la pandemia que llegó para quedarse debe seguirse tratando como una amenaza a la seguridad del planeta dónde cada quien haga lo mejor por su parcela y ojalá lo entendamos todos, porque ahora que tenemos una ley contra el ciberdelito, que ya mandó preso y hasta por 12 años al primer delincuente condenado por mentir, por aterrorizar, por promover y estimular campañas contra las brigadas de salud que andan arriesgando sus vidas por salvar la de los demás, que no se puede permitir que por miserias politiqueras que asumen unos cuantos, el bienestar de los demás se ponga en riesgo.
Hay que vacunarse amigos, hay que entender que la peor vacuna es la que no se pone y que está plenamente demostrado que este virus no discrimina y se lleva a quien se le ponga en frente y que la mejor manera de evitarlo es apartándose de el es con la protección que de primero esté a su alcance y por supuesto observando todas, absolutamente todas las medidas de bioseguridad.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.