Cuando las decisiones de estado y de gobierno se toman no pueden quedar portillos abiertos a la improvisación y en consecuencia se debe armonizar el concepto íntegro del propósito que se persigue y de ahí que hacer las cosas bien implica ir al fondo y saltar toda superficialidad que represente dudas o vacíos sobre todo en un tema tan sensible y estratégico como es la educación superior.

Todos dominamos ya que la Asamblea Nacional de Nicaragua, respondiendo a un trámite de urgencia de la Presidencia de la República, dio curso a la aprobaron de la Ley Creadora de la Universidad Nacional Multidisciplinaria Ricardo Morales Avilés, a la Ley Creadora de la Universidad Nacional Politécnica (UNP) y la Ley Creadora de la Universidad Nacional Francisco Luis Espinoza Pineda, que ahora estan bajo la administración del Consejo Nacional de Universidades.

La creación de cada Centro de Educación Superior Estatal garantizará la continuidad de los programas académicos, según señala la fundamentación de la Ley de la que hablo. Cada universidad podrá establecer sedes y subsedes en el territorio, además de crear contratos comerciales conforme lo establecen las Leyes.

Al respecto recuerdo que “Nuestra Constitución Política establece, en los artículos 58, 116 y 119, el derecho de las y los nicaragüenses a una formación plena e integral; además reconoce a la educación como factor fundamental para la transformación y el desarrollo del individuo y la sociedad”, y este es el espíritu de la ley que con carácter de urgencia envió el presidente Daniel Ortega y votado por unanimidad por la Asamblea Nacional. En tal sentido surge la “Universidad Nacional Multidisciplinaria Ricardo Morales Avilés”, que se encargará de administrar las antiguas asociaciones y las universidades Hispanoamericana (UHISPAM); la de Estudios Humanitarios (UNEH), la Popular de Nicaragua (UPONIC) y Paulo Freire (UPF) que perdieron sus personalidades jurídicas.

Además, la segunda Ley aprobada con trámite de urgencia es la Creadora de la “Universidad Nacional Politécnica” (UNP) que dará “continuidad a los programas académicos que eran ofrecidos por la ahora extinta Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI).

La tercera Ley Creadora de la “Universidad Nacional Francisco Luis Espinoza Pineda” administrará los programas académicos que eran ofrecidos por la extinta Universidad Católica Agropecuaria del Trópico Seco (UCATSE), antes conocida como Escuela de Agricultura y Ganadería Francisco Luis Espinoza. El presidente Daniel Ortega indica que esta iniciativa es congruente con la Constitución Política y con el Lineamiento III del Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza 2022-2026 que “persigue el desarrollo de los talentos humanos para el desarrollo nacional desde el sistema nacional de educación”. Estas tres leyes, aprobadas por unanimidad por el pleno de la Asamblea Nacional son hoy la plataforma jurídica que representa el rescate de la educación superior privada del país.

Hablo del rescate de la educación superior privada de Nicaragua porque siendo la formación profesional del universitario un tema además de delicado, estratégico, lo que acaba de suceder en realidad es la aplicación de un bisturí que extirpó el interés mezquino y egoísta de algunos comerciantes que dejaron de mercadear y esquilmar el bolsillo de estudiantes y padres de familia a los que les quitaban más de lo que finalmente terminaban dándoles.

Muchos, desde diferentes ámbitos y estamentos, pretenden por conveniencias no querer entender cosas tan simples como el que mal anda mal acaba, sobre todo cuando sus decisiones, amparadas en quien sabe qué, se van de frente contra la ley, que podrá actuar seguramente un poco más temprano o un poco más tarde, pero seguramente en algún momento tocará la puerta de cualquier lugar donde se esté actuando mal, sea por acción, sea por omisión, sea en plenitud de conciencia o sea por ingenuidad, pero lo cierto es que nadie puede aducir ignorancia de la ley porque después de todo es una salida de baño que no te salva de las consecuencias del dolo.

Hay varias personalidades jurídicas que perdieron algunas sociedades o propietarios de negocios que se vendieron como centros de educación superior, pero las universidades, sus estructuras, su cuerpo docente y hasta sus deudas fueron absorbidas por el Consejo Nacional de Universidades sin tener porqué, pues aquí quienes tienen responsabilidad sobre un fraude que aún se investiga y por el cual algunos delincuentes han preferido huir, son individuos que estafaron a la sociedad educativa desde el momento en que decidieron no transparentar sus operaciones y declarar lo que recibían, lo que gastaban y en que invertían porque se acostumbraron a sacar y sacar y cuando buscaron no encontraron y al final terminaron saliendo con el cuento de que aquella vaca lechera no era negocio porque ya no daba nada y cómo dar si después de todo aquello terminó siendo un cacaste.

Hoy las universidades privadas ni son inmunes ni son impunes. Muchas de estas que iniciaron en un garaje, se acuerdan de aquel concepto de las universidades de garaje, nacidas en los años neoliberales, proliferaron por doquier, porque gracias a la voluntad política de intereses elitistas, la disminuida oferta de las universidades estatales, cercenadas en el 6% constitucional que les correspondía, era un pretexto para favorecer a negociantes que nunca tuvieron vocación de educadores, pero sí de comerciantes y solo salieron de los garajes cuando ya la ganancia era mucha y había que reinvertir en edificios más amplios para que el inmenso volumen de la demanda se aparejara con matrículas, mensualidades, venta de títulos y otras entradas muy generosas que ensancharon el caudal de riquezas que los hizo prósperos magnates del buen vivir atesoraron.

Así pues revisadas las operaciones fraudulentas de estos negocios disfrazados de universidades, donde hasta obispos eméritos han salido a bailar, era impostergable salir en defensa del sacrificio de los padres de familia, que lógicamente aspiran a una mejor educación para sus hijos, para que no siguieran pagando inútilmente aranceles exorbitantes que eran causa de abandono por parte de muchísimos estudiantes que pudieron empezar, pero tristemente quedaron a medio camino porque sucumbieron al cuento publicitario de que las tales universidades privadas eran muchos más académicas que las estatales.

Debo recalcar entonces, para tranquilidad y satisfacción de los padres de familia y de la comunidad estudiantil universitaria, que pueden estar tranquilos, que la continuidad de sus carreras está garantizada, que seguramente habrá ajustes de forma, pero no de fondo y que antes que afectarlos serán beneficiados porque los aranceles bajaran en todos los sentidos y lo más importante es que ahora sí ese abuso de que se tenga que pagar hasta dos mil y mil quinientos dólares por un título universitario se acabó y que ya no existirán interpretaciones amañadas de los negociantes de la educación superior para sacar sangre de donde no hay.

La educación en todos sus niveles piramidales es estratégica para este gobierno y de ahí que su voluntad política se exprese derribando y demoliendo las barreras por las cuales miles de jóvenes que egresaron de esos negocios disfrazados de universidades no pueden hoy mostrar sus talentos y profesiones porque nunca tuvieron con qué satisfacer el colmillo de los chupa sangre que jamás atendieron el llamado de la ley para merecer el paraguas del estado de derecho.

Errados aquellos que piensen que los espacios para las universidades privadas se cierran. Al contrario, a ese capital que cree en la verdadera formación de profesionales lo que se está diciendo es que nada fuera de la ley, que todo dentro de la ley. Que aquí hay facilidades, que los mecanismos están hechos para acelerar, desde la educación en todos sus niveles, las diferentes alternativas por las cuales el padre de familia y los jóvenes quieran optar, pero que más allá del exclusivo propósito del lucro, que puede ser legítimo de acuerdo a las normas, lo que debe prevale es que la educación es un valor social que tiene por meta la formación del ser humano para que sirva a la sociedad a la que se debe.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.

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