Esta sensibilidad no tolera ya más los métodos del sistema para superar la crisis económica y derivadas, saneando los bancos con el dinero de los ciudadanos, imponiendo una severa austeridad fiscal, el desmantelamiento de la seguridad social, el abaratamiento del empleo, el recorte de las inversiones, suponiendo ilusamente que de esta forma se reconquista la confianza de los mercados y se reanima la economía. Tal concepción se ha vuelto dogma y en muchas partes se oye la estúpida muletilla \"TINA: there is no alternative”, no hay alternativa. Los sacrílegos sumos sacerdotes de la trinidad nada santa formada por el FMI, la Unión Europea y el Banco Central europeo han dado un golpe financiero en Grecia e Italia, y han impuesto allí a sus acólitos como gestores de la crisis, sin pasar por el rito democrático. Todo es visto y decidido desde la óptica exclusiva de lo económico, rebajando lo social y aumentando el sufrimiento colectivo innecesario, la desesperación de las familias y la indignación de los jóvenes porque no consiguen trabajo. Todo esto puede desembocar en una crisis de consecuencias dramáticas .
Paul Krugmann, premio Nobel de economía, pasó unos días en Islandia para estudiar la forma como ese pequeño país ártico salió de su crisis avasalladora. Siguieron el camino correcto que otros también deberían haber seguido: dejaron quebrar a los bancos, pusieron en prisión a los banqueros y especuladores que practicaron desfalcos, reescribieron la constitución, garantizaron la seguridad social para evitar el colapso generalizado y consiguieron crear empleo. Consecuencia: el país salió del atolladero y es uno de los países nórdicos que más crece. El camino islandés ha sido silenciado por los medios de comunicación de masas mundiales por temor a que sirva de ejemplo a los demás países. Y así el carruaje, con medidas equivocadas pero coherentes, corre veloz hacia el precipicio.
Contra este curso previsible se oponen los Indignados. Quieren otro mundo más amigo de la vida y respetuoso de la naturaleza. Tal vez Islandia les servirá de inspiración. ¿Hacia dónde irán? Quién sabe. Seguramente no en la dirección de los modelos del pasado, ya agotados. Irán en dirección de aquello que decía Paulo Freire de lo «inédito viable» que nacerá de ese nuevo imaginario y que se expresa, sin violencia, dentro de un espíritu democrático-participativo. En cualquier caso, el mundo ya nunca será como antes, y mucho menos como a los capitalistas les gustaría que fuese.