Nicaragua vivía hasta antes del 18 de abril el desarrollo de un proyecto dinámico que le permitió soñar con un futuro jubiloso donde vencía a la pobreza, donde darle al que nunca tuvo algo con lo cual salir adelante más allá de la esperanza y de las promesas desde una perspectiva revolucionaria, aunque a los que tienen más les sangre el oído escucharlo.
Debo reconocer, al margen de toda consideración ideológica, que el país fue sometido a cambios profundos desde la perspectiva social y tal vez insospechados para la izquierda extremista porque la respuesta amplia y acelerada para las demandas de los que menos tienen siempre llegó, sin que causara traumas en los que todo lo quieren para ellos y actitud egoísta y explotadora de la que siempre derivará la lucha de clases, un antagonismo que no solo desapareció, sino que permitió el modelo tripartito por el cual Nicaragua creció enormemente desde el 2007.
Quiero decir con lo anteriormente expuesto que el FSLN en el poder tomó la sartén por el mango y decidió actuar con una administración efectivamente fuerte que decidió articular el rompecabezas del estado y alinearlo para cortar caminos y en la ruta apartar obstáculos que impedían en otros tiempos la eficiencia operativa no para prometer sino para generar resultados palpables, constatables que estuvieran a vista de un mundo que reconocía desde los organismos de medición internacional que nuestro país salía de su estado agónico y que hasta el 18 de abril, la fatídica frontera entre el progreso y la bestialidad, Nicaragua tuvo salud para enfrentar los nuevos retos.
Mientras tanto los cuarteles oposicionistas, en los que aún habita la más absoluta promiscuidad, sin ninguna otra visión que la politiquería y la insaciable sed de poder, se dejaron arrebatar frente a sus narices y de manera irreversible, la sensibilidad social que empezó a llegar a los más pobres y a los que votan más porque son la mayoría y son los que agradecidamente celebran que les den casas para el pueblo, zinc, préstamos sin interés, salud, educación, parques, deporte, entretenimiento y un montón de cosas más.
Hacer viable toda esa revolución social, convenciendo, no imponiendo, de que en paz se logran milagros cuando el verdadero interés es el bien común se debió indudablemente a varios factores. Algunos, que en el fondo odiaron que eso haya sucedido, dijeron que se debió a la suerte y que los planetas se alinearon para favorecer a Ortega pues los commodities, los precios en nuestros productos de exportación, se dispararon y además gran parte de la ayuda venezolana se utilizó para esos propósitos, y así quien no, comenzaron a decir los pontífices de la fatalidad.
El hecho sin embargo es que hubo voluntad social para descifrar que lo que quería el nicaragüense en su mesa era comida, que quería comer bajo techo, que quería estar seguro de que el hijo salía de la casa a la escuela y que regresaba tranquilo y caminando en paz por las mismas calles por donde se fue y que el muchacho y la muchacha después de estudiar hicieran deporte o se distrajeran en el parque y que el esposo y la esposa tuvieran trabajo y que la familia viviera integralmente en paz.
Es decir la gente del FSLN, mientras en los cuarteles oposicionistas se discutía quien era el candidato más bonito, como ahora, el que debía ser diputado, magistrado o procurador, como ahora, el que más despotricaba en los micrófonos, el que más valentía demostraba frente a la dictadura o quien era el niño en los corredores de Washington, lo que planteaba era una democracia social y económica que la inmensa mayoría de los nicaragüenses sigue abrazando en un país lejano de la guerra, de la sangre y la destrucción y esos son conceptos políticos tan revolucionarios que a pesar de todo siguen siendo el modelo que otros quieren copiar pero que aún no logran porque la esencia y base de ese logró es que hay condescendencia con la solidaridad humana bien entendida y con una reconciliación salida del corazón de los que verdaderamente se enfrentaron a muerte y entendimos que los odios y los resentimientos son enormes anclas que no nos dejaban salir de las profundidades del fracaso.
Los nicaragüenses tenemos puerto hacia dónde ir y lo primero que nos salta es el tema económico y social porque todos queremos progreso, estabilidad, empleo, seguridad, escuelas, hospitales, diversión y otros aspectos que han estado al margen del contaminante político pero creo que el planteamiento debe ser redoblar los esfuerzos, una vez asegurada la base y el cimiento de la normalidad que vamos recuperando para cargar energías con otras decisiones que nos lleven a enfrentar amenazas reales y peligrosas que tejidas por la prepotencia imperial pretende descarrilar al país para que no seamos ni ejemplos ni modelos ante otros sorprendidos por el avance que teníamos hasta antes del 18 de abril que aparecen las Gárgolas mutantes.
En materia política los oposicionistas, incapaces de hacer una propuesta que no sea la del interés y beneficio propio y dividida y dispersa como está, seguirá haciendo lo único y mejor que sabe hacer, jochar, jochar, jochar y jochar como si se tratase de una mosca encima de alguien, mientras el nicaragüense noble los repudia y los condena por tanta barbaridad que hicieron.
En ese sentido los oposicionistas deben entender también que, aunque pusieron en la mano la pistola con la que ahora el imperio nos apunta ellos deben asumir la responsabilidad de sus fracasos y que aquí se podrá hacer la más grande transformación para democratizar más la democracia que vivimos pero, si los procesos electorales únicamente van hacer limpios solo cuando ellos ganen entonces lo que tienen que hacer es unirse, organizarse, proponer, buscar quien les ayude a cambiar sus odios y renovarse profundamente pues en sus filas hay abundantes rostros marchitos que parecen fotografías amarillentas carcomidas por el tiempo que en vez de jubilarse y descansar en paz se niegan a conceder el relevo a los que quieren hacer mejor las cosas para jugar en la cancha política, para hacer oposición efectiva y no seguir como hasta hoy que cada vez que los revuelcan salen con la misma cantaleta del llanto, del yo no fui, y todo para que el Tío Sam otra vez les sobe las manos con los dólares con los que a partir del 18 de abril llenaron de luto a todo un país.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.