Fue la inesperada y sorprendente resistencia armada de un grupo de hombres prácticamente indigentes, ayunos de verdadero poderío bélico, pero que con su acción quijotesca lograron lo que se consideraba imposible.
En la red sigue circulando una bella foto de un jovencísimo Daniel Ortega, con el puño en alto, debajo de un cuadro de Sandino. Imagen que luego usaron los sempiternos críticos-críticos al estilo occidental para denunciar lo lejos que estaba.
La frase “industria de los derechos humanos” refiere a un sistema internacional de instituciones y organizaciones dominado por las oligarquías norteamericanas y europeas.
Vivimos indudablemente en un contexto político caliente y no cualquier contexto porque tampoco es uno más de los tantos que recoge la historia o que vivencialmente nos haya tocado testificar, sino que estamos en uno tan determinante.
La “legitimidad” de origen de la sangrienta tiranía somocista no se sustentaba en el pueblo sino se originaba en el total apoyo político, financiero, militar y comercial de los Estados Unidos de América.