Esta semana se abre la sesión setenta y siete de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en el ambiente internacional más conflictivo desde la Segunda Guerra Mundial.
Se ve difícil el camino de la UE hacia un tope de precios para los hidrocarburos rusos. Una lectura unificada para 27 países, con 27 realidades energéticas diferentes, únicamente sobre la base de una moción política, parece poco creíble.
Desde hace muchos años los gobiernos norteamericanos y europeos han manipulado y devaluado de una manera extremadamente cínica el tema de los derechos humanos para desvirtuar y desprestigiar los gobiernos que resisten su voluntad.
Los principales medios de comunicación internacionales rara vez se interesan en las buenas noticias de Nicaragua, en sus logros en reducción de la pobreza y la mortalidad materna e infantil, o en la expansión de la atención médica.
Entre los muchos diversos motivos de la emergencia del mundo multipolar que está ocurriendo en este momento histórico, es la demanda de parte del mundo mayoritario por la justicia y la equidad en las relaciones internacionales y sus instituciones.
La decisión de la Unión Europea de limitar el coste del gas y el petróleo (price cap, lo llaman) ya ha tenido una primera y clara respuesta por parte de Rusia, que ha quemado millones y millones de metros cúbicos de gas metano