Quiero hablar un poco de una parte de mi historia, de esa historia que todos tenemos, de la historia que en cada momento se escribió en piedra y está ahí como algo que no puedes cambiar, cambiar en el sentido de lo que fue y ni nada en el trayecto de la vida misma es una realidad idéntica.

No hay manera de cambiar el pasado ni sus cosas, muchas de ellas con aciertos, otras cargadas de errores que se convierten, no en esos recuerdos que evocamos y nos resultan tan dulces, sino en reflexiones que son las que alimentan la madurez del ser humano, que en la medida que cada experiencia lo permite hace efectivo el aprendizaje para que suceda lo del vino que entre más añejo mejor sabe.

Existen aquellos que juegan con el verbo “hubiera”, el que está en el pretérito imperfecto subjuntivo del verbo “haber”; son los que te dicen “Hubiera sido” o “hubiese sido”, y eso seguramente es correcto en el español, pero en la vida no, en la vida es irreal porque del pasado no podemos transformar los hechos, pero de las experiencias sí podemos cambiar el presente para andar en la ruta del futuro.

Para los que no lo saben, no lo quieren saber o se sorprenden, no solo por las posiciones políticas que tengo viniendo de dónde vengo, sino en dónde y con quienes estoy, y por lo que digo y pienso, debo acentuar lo siguiente antes de ubicar el tema que quiero compartir con aquellos que son capaces de aportar desde el presente de cada quien y no aquellos que en calidad de estatuas de sal, así como quedó la mujer de Lot, se la pasan repitiendo que ayer, en ese pasado que no tiene retorno, que incluso es una fotografía totalmente diferente a las guerras de los 60s, 70s y 80s, ellos hicieron esto o hicieron lo otro y que por volar balas a diestra y siniestra contra la guardia y la contra lo merecen todo.

Yo voy a respetar eso de volar balas porque lo hice contra Somoza como un chatel sandinista de 17 años dentro del FSLN y más tarde como un joven en el Frente Revolucionario Sandino, que encabezaba política y militarmente a la Alianza Revolucionaria Democrática, a la que me incorporé en otra guerra a los 22 años porque no me gustaban las cosas que pasaban dentro de la revolución que me habían ofrecido y por eso nunca me gustó que me llamasen “contra” como sí legítimamente hacían con los que estaban en el norte, la Fuerza Democrática Nicaragüense cuya semilla base fue la derrotada guardia nacional y no me gustaba porque en ARDE, cuando nos matábamos tristemente con el Ejército Popular Sandinista, los soldados con pañoletas roja y negras gritaban igual que nosotros Patria Libre o Morir, el grito más emblemático de la revolución.

Yo me fui a Costa Rica en 1982 y regresé Nicaragua en 1989, en el último domingo de octubre de ese año que recuerdo era la última fecha establecida para que uno se empadronara electoralmente para las elecciones que se realizaron el 25 de febrero de 1990, elecciones que perdió el FSLN ante Violeta Barrios y Virgilio Godoy en representación de la Unión Nacional Opositora a la que desde Miami, después de haber estado en la Resistencia Nicaragüense, me incorporé desde el momento en que puse pie en esta tierra bella y bendecida por Dios.

Después de ese proceso que consagra al FSLN como la más alta expresión de la democracia porque sabiéndose con las armas como escuderas de su poder, asume su derrota y decide como correspondía, aunque muchos de los que estábamos en el Bambana, no lo creímos, reconocer que había perdido y ahí oímos a un Daniel Ortega triste porque en la médula de su mensaje se preguntaba y ahora quien saldrá en defensa de los pobres.

He escuchado el planteamiento de algunos analistas decir que el FSLN con algunas variantes de campaña pudo haber ganado las elecciones del 1990, por supuesto que recordarlo entra en el campo de los “hubiera” pero francamente Dios había dispuesto otra cosa y eso fue un cambio de sistema, el de un gobierno centralizado dirigido por nueve cabezas, la Dirección Nacional, que políticamente era parte de la guerra a la que fratricidamente nos condujo el imperio desde la tesis de la guerra fría a uno de carácter civil que asumió en medio de profundas contradicciones desde el mismo 25 de abril de 1990 que tomó posesión y que mandó a la acera de la oposición a la UNO que estructuralmente era la ganadora, en representación de 14 partidos de la contienda que dos meses atrás se había celebrado.

Lo que pasó después son los tomos de muchos libros escritos que ya hemos leído y podemos volver a releer, pero que dejo ahí en la biblioteca memorial y en este introito para hablar de la “Nicaragua Profetizada” entre lo que encontré tras la humeante pólvora que dejamos de disparar después de la guerra, la Nicaragua que encontré en 1989 y la Nicaragua de hoy, 36 años después.

La Nicaragua de 1982 cuando me fui tras el olor de la pólvora como decía el comandante Edén Pastora, a quien me uní en el Frente Revolucionario Sandino de ARDE, era un país que ya estaba siendo jochado desde el norte por las primeras reacciones de la Guardia Nacional contra la revolución. que apenas salía de aquella gran muestra de transformación como fue la Cruzada Nacional de Alfabetización, aplaudida por el mundo, pero también un país señalado por decisiones que aquí tomaron algunos flamantes comandantes de la revolución que tras la derrota electoral de 1990 como ratas abandonaron el barco del FSLN y se lavaron las manos para dedicarse a trabajar fortunas que amasaron durante mandaron y que pretendieron indilgar como único responsable a Daniel Ortega que se echó al hombro, la responsabilidad de hacer emerger de las cenizas a la organización vanguardia que hizo posible en 1979 el derrocamiento de la dictadura dinástica más sangrienta del continente americano y lo que por supuesto es otra historia.

El asunto es que cuando regreso en 1989 Managua, la capital era francamente la expresión de cualquier rostro asomándose en los escombros de una guerra y no es que hayan sido aquí las batallas sino que esta era la ciudad referente del país pero con características de potrero, un día lunes a las ocho de la mañana o a las cinco de la tarde, en horas pico, parecía un jueves o viernes santo de hoy porque por allá se miraba un carro; los edificios eran integralmente, aunque cada vez más tambaleantes los terremoteados de 1972 que sirvieron hasta el 2007 como “hogares” de mucha gente que luego fue evacuada por la segunda fase de la revolución y reacomodada en casas dignas de interés social; la hiper inflada y devaluada economía que teníamos como consecuencia de una guerra de la que todos fuimos culpables no daba para mucho aunque nunca terminé de entender cómo era eso de que lo único que jamás nos faltó fue el ron, la boquita y la cantina porque lo demás siempre fue un jolgorio en los gobiernos de la Violeta, de Arnoldo y Mr Henry que a fin de esconder su propia incapacidad se la pasaron por 17 años diciendo al nicaragüense que el culpable de todo era el sandinismo y mientras eso sucedía el FSLN, a la cabeza Daniel Ortega, pasó en una lucha social contra el neoliberalismo defendiendo las conquistas alcanzadas por los obreros y los campesinos en la primera etapa de la revolución y luchando contra la privatización de absolutamente todo, incluso del agua que al final no se logró aunque ya en Matagalpa se había dado un primer paso en ese sentido.

aAsí estaba de mal nuestra patria cuando allá por 1990 un predicador proclamó en Guatemala que Nicaragua sería “Luz a las Naciones” yo me pregunté y cómo sería eso si veníamos de una guerra que no solo nos antagonizó, nos atomizó, sino que Estados Unidos logró el objetivo de lanzarnos a un desangre fratricida que destruyó totalmente la economía y fue tanta aquella devastación que si mal no recuerdo el primer presupuesto general de la república del gobierno de Violeta Chamorro fue de 200 millones de dólares que por supuesto en su proyección, en gran parte, dependía de donaciones para cubrirlo y recuerdo que Estados Unidos aportó unos centavos para que a cambio Violeta Chamorro perdonara y olvidara la sentencia de la Haya que mandaba a que el imperio nos indemnizara por los actos terroristas cometidos contra el país.  
   
Una Nicaragua diferente a esa que teníamos era entonces solo un deseo estrellado contra la incapacidad de un montón de funcionarios que no gobernaban porque nunca hicieron gobierno, porque la administración pública era solo un medio de figuración, porque se la pasaron justificando sus fracasos y no respondiendo a las responsabilidades que habían asumido porque al final esa era la estrategia para disfrazar el saqueo que descaradamente hicieron a través de la política neo liberal de privatizar absolutamente todo.

Nicaragua llegó al 2007 no comenzando de cero, eso es piropo, sino abriéndose paso desde las profundidades dónde estaba enterrada y muy en cámara lenta comenzó a andar únicamente tomada de la mano de Daniel Ortega y el Frente Sandinista de Liberación Nacional porque también habíamos muchos que estando en la acera contraria al FSLN no creíamos que aquellos, con quienes nos habíamos enfrentado a balazos en los ochentas, tuvieran la capacidad de cambiar aquel rumbo, por el contrario, estábamos seguros que un montón de fantasmas que nos atormentaron en los ochentas iban a volver.

No voy a decir que la magia que nos encanta desde hace 18 años fue producto de una varita mágica o de un hágase divino, pero lo cierto es que hoy podemos afirmar que dejamos de desear y comenzamos a soñar, ya no tenemos aquellas carreteras desbaratadas a las que había que ampliar para que le alcanzaran los cráteres; ya no tenemos aquellos negros y oscuros apagones de hasta 10 horas diarias; ya no tenemos aislado el caribe del pacífico porque ahora sí somos una nación integrada.

Ya nuestros hijos en el campo o la ciudad van a escuelas dignas sin tener que pagar, sin cargar su propio pupitre, sin exponerse a la intemperie y sin pasar hambre porque tienen merienda; Ya nuestro pueblo tiene más perspectivas de vida porque tiene hospitales reconstruidos, hospitales nuevos y modernos, tecnología de punta y un personal dentro del Sistema Nacional de Salud que no son médicos, ni enfermeras, sino ángeles; ya no tenemos aquellos conflictos de la propiedad porque hoy existe seguridad jurídica en los bienes inmuebles; hoy el enemigo es únicamente la pobreza y la hemos vencido tanto que ahora nos es detestable escuchar que nos pongan a la par de Haití cuando estamos por arriba de muchos países de América Latina que antes nos discriminaban; hoy nuestro país tiene una de las pocas economías crecientes del continente lo que significa que tenemos un mejor nivel de vida por la enorme canasta social que es capaz de ofrecer; hoy Nicaragua es realmente el granero de Centroamérica porque tiene autosuficiencia productiva interna y es la pana del mercado alimenticio para una región que depende de nuestra tierra.

Todo eso que acabo de referir, que apenas es la punta del iceberg de lo mucho que se está haciendo y que estamos por hacer es lo que nos hace ahora no desear, sino soñar y con el sueño dejar volar nuestra imaginación a lo más alto pensando que el infinito es nuestro límite porque ahora si estoy seguro, por la Gracia de Dios, que Nicaragua sí será “Luz a las Naciones” y ese brillo ya ilumina, ya es un sol que no declina.

Vean ustedes y es lo que me motiva a escribir sobre nuestros sueños el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional no para de acumular en su inventario tantas obras realizadas; no termina de informarnos de otras muchas que se ejecutan, ni tampoco para de anunciarnos cosas nuevas que se gestionan ante un mundo al que nos hemos abierto como, por ejemplo, el proyecto ferroviario, la carretera costanera, el aeropuerto Punta Huete, el fortalecimiento del transporte en el país, la pista de los Héroes y Mártires que atravesará la capital desde el siete sur hasta carretera norte, los próximos hospitales a inaugurarse, las viviendas dignas que se construyen por miles, el temario de la infraestructura deportiva que acaba de elevarse categóricamente con el Estadio Rigoberto López Pérez en León y tantas cosas más que asoman que si dan miedo es a nuestro agresor histórico ante el cual somos un mal ejemplo porque no son pocas las naciones que quisieran verse en nuestro espejo y no por el crecimiento económico y social que tenemos, sino por el privilegio de la paz, el orden y seguridad que disfrutamos.

¿Porque la profetizada Nicaragua es ya luz a las naciones? Porque así nos lo reconoce el mundo y porque se dan cuenta que aquí no hay tinieblas y que la oscuridad es la que habitan otros. En Nicaragua somos oro no cobre, somos plata no aluminio, somos energía no pesadumbre, somos razones no brutalidades, somos amor nunca odio, somos tranquilidad no anarquía, somos paz no odio, somos vida no muerte y eso que representa la victoria de la bendición sobre la maldad es nuestra realidad real, esa es nuestra verdad verdadera y todo lo que se hace no es una muestra ornamental, arquitectónica y estéticamente de lujo, sino que son decisiones que se toman desde un concepto estratégico porque este país, nuestro país para los que lo amamos solo el Creador lo podría detener, pero si Él Altísimo está del lado de los humildes, quienes están siendo redimidos, entonces estamos bendecidos y  prosperados y esa victoria totalmente declarada y proclamada es la que ya derrotó a los agentes del odio y para que más les duela todo esto representa la construcción de una plataforma gigantesca que pondrá a la patria de Rubén, Zeledón y Sandino en la línea de despegue hacia el desarrollo que siempre soñó y que tiene como mayor ideal algo que venimos persiguiendo desde siglos atrás y eso es el Canal Interoceánico y al que yo francamente le siento el olorcito.

QUE DIOS BENDIGA A NIACARAGUA.

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