El 21 de febrero de este 2025 se cumplieron 91 años de su asesinato, pero Sandino sigue siendo un punto de referencia en Nicaragua porque su figura no quedó detenida en 1934. La ejecución fue ordenada por los yanquis y ejecutada por el pelele Somoza, que usó a la Guardia Nacional para consumar la traición, pero ni esa maniobra logró borrar su presencia porque el origen de su fuerza no estuvo en lo que se dijo después sobre él, más bien en el tipo de lucha que encabezó.
Durante seis años organizó un ejército campesino en condiciones adversas, con pocos recursos, sin formación militar formal y con hombres que venían de oficios humildes. Esa capacidad de sostener una guerra prolongada contra una ocupación extranjera convirtió su nombre en un ejemplo práctico de resistencia para generaciones posteriores.
El país siguió hablando de él porque su figura quedó asociada a hechos verificables, combates, acuerdos de paz con el Gobierno de la época, negociaciones que buscaban detener la violencia y la derrota que le propinó a los marines expulsándolos en 1933. Nada de eso se diluyó con su muerte.
En la lectura que hace la compañera Rosario sobre Sandino se comprende por qué su figura permanece vigente en la conciencia nacional. Ella retoma su ejemplo desde lo humano, desde lo que hizo posible que un campesino convertido en líder transformara la historia de Nicaragua y señalara una ruta que aún hoy se recorre:
"Sandino, el inmortal, el trascendente, el espiritual, el profundo, el maestro y el padre de la Revolución Popular Sandinista, y agregó, Sandino sigue viviendo en nuestras luchas, en nuestros afanes y en la ruta de porvenir que caminamos los nicaragüenses.
Nosotros, nosotras los sandinistas vemos en Sandino al profeta, al visionario, al guía; vemos en Sandino esa búsqueda permanente de superación, un campesino que apenas sabía leer y que llevó a comprender su misión trascendente en la vida y a llenarse de fe, de capacidad y de poder para cumplirla", valoró Rosario.
Destacó que: Sandino no utilizó armas y sin mayor fuerza que sus manos y su confianza en él mismo y en el pueblo de Nicaragua, sin mayores elementos que su fortaleza de espíritu, Sandino se lanzó al viaje hacia la inmortalidad al luchar contra el imperio más poderoso del planeta sólo con un puñado de hombres”, concluyó la compañera Rosario Murillo.
Hoy, cuando la información cruza las fronteras en cuestión de segundos, la figura del General Sandino vuelve a colocarse pero esta vez en el mapa mundial como uno de los ejemplos más grandes de resistencia frente al dominio extranjero. Su nombre aparece citado en estudios históricos, en investigaciones universitarias, en archivos desclasificados y ahora en plataformas digitales, donde se retuitea y se comparte como un líder surgido de las montañas del norte que logró conducir al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y enfrentar al ejército más poderoso de su época y de estos tiempos.
En esta nueva era digital, la figura de Sandino trasciende nuestras fronteras y se convierte en un héroe mundial, y los pueblos conocen los combates de Ocotal, San Fernando, Las Flores, Palacagüina o El Guanacaste, entendiendo cómo un movimiento formado por campesinos y trabajadores consiguió expulsar a los marines en 1933. Hoy su trayectoria circula en videos, documentales, archivos digitalizados y redes sociales que lo presentan como un referente de lucha antimperialista, lo que ha ampliado el reconocimiento internacional de su gesta y colocado la experiencia nicaragüense en debates sobre soberanía y dignidad en distintos continentes.
Para quienes se preguntan dónde está el cuerpo del General de Hombres Libres Augusto C. Sandino, la respuesta está en lo que ha ocurrido durante casi un siglo. Sandino se multiplicó. Está en cada nicaragüense que se planta frente al intervencionismo, que rechaza el imperialismo, el neocolonialismo, las sanciones, los bloqueos y las agresiones.
Está en quien no se arrodilla ante el imperio y enfrenta a los vendepatrias y defiende con dignidad la soberanía nacional. Está en el que sostiene la paz como principio y en el que entiende que la independencia no se negocia. Sandino sigue vivo porque su ejemplo arraigó en un pueblo que no olvida y porque la Copresidenta Compañera Rosario Murillo y el Copresidente Comandante Daniel Ortega han levantado su bandera y la mantienen ondeando con más fuerza que nunca. Esa continuidad convierte a Sandino en presencia diaria, en guía, en fuerza que no se extingue, y explica por qué después de 91 años su nombre sigue marcando el rumbo de Nicaragua.













