Después de pleitos profundamente mezquinos, de descalificaciones entre los mismos, que es lo mejor que pueden hacer, de nuevos partos advirtiendo del surgimiento de siglas que se inventan y reinventan, de sacadas de lenguas.
La representación minoritaria de nuestra clase política ante su propio fracaso y la imposibilidad de salir de él hace que miremos hacia un lugar, mientras que lo más importante está en otro sitio muy diferente.
Lo que nos hace ser personas de una sola pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios, manteniéndolos firmes en todo momento y en toda circunstancia, no importan donde nos encontremos, es la coherencia.
Todo gobierno requiere de opositores para los necesarios balances en el desarrollo político e institucional de cualquier país, pero una oposición existe, sí y solo sí, cuando hay materia prima para hacerlos potables cuando en ella hay un planteamiento.
Hoy 15 de enero de 2020 se cumplen 50 años del paso a la inmortalidad de Leonel Rugama, Róger Núñez y Mauricio Hernández, en las inmediaciones del cementerio Oriental, pero quiero detenerme en el ejemplo de Leonel Rugama.