El éxtasis de la victoria y la agonía de la derrota son dos estados emocionales tan extremos como el amor y el odio, la verdad y la mentira, la luz y las tinieblas, la paz y la guerra, el bien y el mal, el saber y la ignorancia.
El mundo indudablemente está patas arriba. Hay un factor común que lo desequilibra y que lo hace reaccionar de una manera tal que es imposible no determinar cómo las democracias sucumben cada vez más y cuando el más grande geófago.
El romanticismo de un pensamiento, temporal y defectuoso como toda obra humana, puede entusiasmar a más de alguno, pero no produce más que hermosos eslóganes, consignas emocionales y seguras derrotas en el incierto horizonte.
Regresó al país aquel chatel, que aún no sabe cómo se llama, aquel imberbe, tapudo, irresponsable, arrogante y prepotente, que antes de que empezara esa pantomima montada por algunos obispos vandálicos .
Un significativo documento histórico leyó fragmentariamente y glosó ––recalcando su vigencia–– el presidente Daniel Ortega durante el homenaje que el viernes 4 de octubre en el Olof Palme se le tributó al general Benjamín Zeledón.
Diario.es publicó estos días una entrevista con Carlos Fernando Chamorro, dueño del portal digital El Confidencial. La entrevista en su totalidad recala en el falseamiento y el engaño. Las preguntas sesgadas. Las respuestas tergiversadas.
El dinero es indudablemente importante y puede comprar muchas cosas y esas cosas pueden darnos satisfacciones, pero ese mismo dinero no lo compra todo, por mucho que se tenga, porque hay cosas cuyo valor no tienen precio como por ejemplo el amor.