Lo mejor de ver el último “remake” de Godzilla fue llevar al cine a mi hermanita. Porque la película fue un desastre. Fue tan mala que me llevó a esta conclusión: una producción de Hollywood es lógicamente comparable con un lavado de cerebro para todas las audiencias en todos los rincones del mundo.

Así defino sus creaciones más exuberantes; que impactan a la vista, depositando un hilo eterno de suspicacias acerca de cuál es el verdadero motivo de tantas balas, bombas, asesinatos y monstruos que azotan la gran pantalla.

Cada producción de Hollywood lleva consigo el mismo mensaje: “Guerra e intimidación global”. Y esto no debe ser ajeno para nadie; pues en cada película que atenta contra los bolsillos hasta de los más pudientes se nos muestra cómo es el mundo a causa de la injerencia estadounidense y de sus aliados.

Después de Pearl Harbour prácticamente todas las películas norteamericanas entre 1942 y 1945 -salvo ciertas comedias y algunas producciones musicales- se refieren explícitamente a la guerra y el esfuerzo bélico.

El ataque a Pearl Harbour, Hawaii, se dio el 7 de diciembre de 1941 por parte de la armada imperial japonesa; siendo uno de los eventos más importantes en el entorno de la Segunda Guerra Mundial. Tal y como sucedió en 2001, el 11 de septiembre, cuando las torres gemelas en Nueva York fueron impactadas por dos aviones “secuestrados”, provocando una nueva invasión gringa a Iraq.

De Pearl Harbour se hizo una película precisamente estrenada en 2001, recordándole al mundo que Estados Unidos ha “justificado” todas sus agresiones humanitarias; refrescando la memoria de los que aún no conocen que ese gobierno posee todos los instrumentos de destrucción y venganza para intimidar a cualquiera. Claro está, disfrazando sus historias sangrientas con cuadros amorosos protagonizados por Tom Cruise, Liv Tyler, Will Smith y tantas estrellas del Oscar que se presentan como héroes.

En sus producciones, Hollywood nos dice que todas las armas que exhiben en el celuloide verdaderamente existen. Incluyendo las vacunas para combatir pandemias que ellos mismos crean.Y así es. Como cuenta el reportero David Robb del “Hollywood Reporter” en su libro “Operación Hollywood: cuando Pentágono usa el cine como arma”.

“Mientras los productores se benefician con la utilización de material bélico para sus películas, el Pentágono aprovecha para maquillar su presencia en la gran pantalla y aparecer siempre con luz positiva.” Lo que decíamos; siempre siendo ellos los mártires.

Ejemplos claros de películas más recientes son “2012”; en la cual John Cusack participa en la “salvación” de los seres humanos a través de una misión encabezada por Estados Unidos; que vende “pasajes” en sus arcas solo para los multimillonarios. La participación de las otras potencias es solo aceptar las orientaciones de un dirigente gringo.

El reportero citado dice en su libro que el Pentágono la mayoría de las veces incide en el guión. Pidiendo cambios en la historia para que sus “héroes” tengan mucha más trayectoria. No es tan increíble como suena, puesto que así como generan intimidación, estas producción también producen riquezas inmensas, lo que estimula al director y no lo hace dudar a la hora de seguir una orientación de su gobierno.

El Ejército de Estados Unidos es presentado como una institución caritativa, de hombres y mujeres fuertes, de patriotas. Tratando de llegar al público que ansían; los jóvenes. Atrayéndolos para enlistarse y participar en la defensa de la nación; arriesgando sus vidas y prácticamente firmando una sentencia casi segura de muerte. Manipulándolos con la esperanza de forjar una carrera digna; siendo esta la mayor de las acciones de hipocresía de la historia.

¿Alguien vio la última versión de Godzilla? Un producto que cualquier cinéfilo no puede perderse como parte de su labor como analista. Sin embargo, los momentos en los que aparece el monstruo japonés son los que consiguen volver a captar el interés del espectador, ya que de las casi dos horas que dura la película, solo media hora es de escenas interesantes con el que debería ser el protagonista.

En lugar de eso te presentan al joven “marine” Ford como el eslabón de esa miniguerra. Poniendo a este habilidoso de los misiles como la pieza infaltablemente necesaria para derrotar a los monstruos que amenazan a la bahía de San Francisco y por ende a todo el planeta.

Otro punto destacable es cómo Hollywood utiliza a los aliados como pantomimas de compañeros de lucha. En “Armageddon” de 1998, dirigida por el pirotécnico Michael Bay; el ruso Lev Andropov es un personaje de comedia que si bien ayuda a la misión estadounidense, es un rol secundario que no tiene tanta importancia como el sacrificio de Bruce Willis, que entrega su vida para salvar a La Tierra.

Además de la demostración impresionante de armamento de Estados Unidos, el gobierno de ese país también ejecuta otro método para que solo consumamos destrucción.

En el libro “Las guerras del cine. Cómo Hollywood y los medios conspiran para limitar las películas que podemos ver” del autor Jonathan Rosenbaum, se denuncia cómo Hollywood y los medios de comunicación hacen lo posible por evitar que el público norteamericano, prioritariamente, vea películas extranjeras dejándolas fuera de los grandes canales de distribución.

Enseñando que la cultura de la destrucción debe prevalecer. Mantener siempre en las mentes de los consumidores de cine que el mostrar su puño militar es la esencia de sus producciones. Y ahora en 3D para que los detalles no dejen de golpear nuestros sentidos, dejándonos la vista cansada.

Al final de este viaje; como dice la canción de Silvio Rodríguez, lo único bueno de “Godzilla” fue verla terminar.

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