Es evidente que presenciamos una nueva injerencia patrocinada por el gobierno Trump: una nueva “revolución de colores” encaminada a justificar una ola de sanciones que golpee a un gobierno que no baila al son de la música de Washington.
Los nicaragüenses conocemos poco de mecanismos para descifrar los códigos visuales, la información diluviana puede ahogarnos en su permanente marejada.