Por muy optimistas que seamos nunca podremos decir que Nicaragua está en un lecho de rosas. Si el mundo tal como lo vivimos nos luce patas arriba, enredado en una madeja bélica.
España, la vieja potencia colonial que desangró Nuestra América durante siglos, ha vuelto a sus andanzas. Pero esta vez no vino con el ladrón y saqueador Cristóbal Colón.
Desde el corazón de Managua, cuando el cielo está claro y el alma anda despierta, se levanta un cerro que ya no es solo una elevación geográfica: es una proclamación.