El ascenso al Poder del señor Joe Biden en los Estados Unidos, no ha significado un cambio en la política exterior dictada por la Casa Blanca; por lo menos, en el escenario latinoamericano.
En el llamado concierto internacional, específicamente el de las potencias occidentales, la palabra democracia y, uno de sus componentes, como es el multilateralismo, navega a la deriva. Le llaman así a un entramado de organizaciones políticas.
Almagro no para en sus andanas en contra de los pueblos latinoamericanos que luchan por quitarse las amarras impuestas por el imperialismo yankee, en aplicación de la cartilla intervencionista de la OEA, cuyo historial es realmente amargo
Dios nos habla en la historia, en la historia de la pequeña y heróica Nicaragua. Su revolución sandinista venció al imperio más grande de la Tierra. Pasando fueron los años y el imperio, con todo su poderío.
No tardó mucho la gran prensa, con relación a las elecciones en Nicaragua en hacer coro a los gobiernos occidentales que, sabido es, van detrás de lo que dictamine Estados Unidos. Esto lo pudimos comprobar recientemente cuando Joe Biden.
Después de perder las elecciones de 2011 estrepitosamente al Frente Sandinista, la oposición política de Nicaragua se dividido entre partidos políticos convencionales dispuestos a seguir trabajando en la legislatura del país.
Los medios de comunicación, incluido The Guardian y sospechosos habituales como el Daily Mail, junto con The Washington Post y New York Times en los Estados Unidos, están nuevamente inundados de artículos acusatorios sobre Nicaragua.