Antes de que el apellido Trump se convirtiera en un emblema de rascacielos dorados, discursos de odio y muros fronterizos, hubo un joven llamado Friedrich.
En lo más profundo de la Nicaragua rural, entre montañas, caminos polvorientos y mujeres valientes, hay un nombre que florece como ejemplo de entrega humana, de amor desinteresado.
Todo país es lo que es por la marca de su historia. No hay forma de construir una nación si no tomamos de sus eventos, a lo largo de su existencia, los más memorables capítulos.
Hay nombres que suenan como canción desde que se pronuncian. Arlen Siu es uno de esos. Decirlo es como rozar una flor que arde, como invocar algo que ya no es solo persona, sino símbolo.
Está muy de moda para algunos jactarse con eso de auto llamarse “Influencer” y aunque no influyan en nada porque no son capaces ni de vender aunque sea una mala mirada.